NUBES Y CLAROS
Entonces, se puede
EXULTANTE explicaba ayer el ministro Sevilla la iniciativa que permitirá a los padres (de momento sólo a los padres funcionarios) cogerse diez días de permiso por llegada de nuevo vástago. Él mismo, como tenía un jefe progre como ZP cuando nacieron sus últimos hijos, disfrutó de esta posibilidad. Son las cosas de lo que se ha dado en llamar la conciliación de la vida familiar y laboral, aunque no sería mala idea extender el concepto y tratar de conciliar la vida, así en general, como para disfrutarla a pleno pulmón, y el trabajo. Al margen de las medidas sobre paternidades y maternidades, que buena falta hacen, el ministro anda enredado en organizar la jornada laboral de los españoles y convencerles de que se puede trabajar menos horas con más rendimiento, y tener tiempo libre. Él mismo vuelve a ser ejemplo, ya que consiguió abandonar su puesto a una hora que le permitía llegar a bañar a sus hijos. Hubo suspicacias de los compañeros, reconoce, porque no hay peor envidia que la de aquellos que pudiendo hacer lo mismo se resisten a cambiar; pero lo consiguió. Lo consiguen millones de trabajadores europeos, por qué no nosotros. Buena pregunta. Ahora sólo queda convencer a la empresa privada, pero el mismo Gobierno reconoce que aquí el asunto se complica. En cualquier caso, está claro que no tiene sentido mantener un sistema que como única alternativa plantea el abandono de las expectativas laborales. Sobre todo en el caso de las mujeres, que siguen llevándose la peor parte en la irreconciliable vida de la que estamos dotados. Será porque no se quiere, porque poder, por lo visto, se puede.