EL PAISANAJE
Tierra conquistada
TODO EL MUNDO sabe en Busdongo, en Boñar y en Valencia de la «O» desde los tiempos de Ensidesa y Hunosa que no hay que dar demasiada confianza a los veraneantes. Con la primera sidra entonan el «Asturias, patria querida» y caen simpáticos, con la segunda hacen un bis y empiezan a desafinar un tanto en la entrañable amistad que siempre les ha unido a los cazurros, y a partir de la tercera -o decimotercera- se ponen francamente faltosus con aquello de que «del Pajares para abajo, tierra conquistada». No pocos taberneros cuelgan por agosto el cartel de «se prohibe cantar, aunque sea bien». Lo bueno que tienen los asturianos es que al día siguiente se les pasa. Ahora está por ver lo de la Xunta gallega para anexionar los pueblos del Bierzo, de la Cabrera, de la Sanabria y del Principado donde se hable aún la lengua de Rosalía. Ya son ganas de tocar la gaita. Lo de la reforma de la Constitución y de las autonomías da un cante total, pero, según el Gobierno, hay que ponerle al mal tiempo buen talante. Así que, si Maragall reivindica las Baleares, Valencia y la Sicilia de Roger de Lauria, los vascos Navarra y todo lo que caiga saliendo por Hendaya y los asturianos hasta el bollu preñau de Villamanín no ve uno por qué los gallegos no puedan expandirse hasta Astorga. Luego, cogiendo un mapa de lo que quedaría de León y encendiendo un cigarro a lo Humphrey Bogart, se lo expliqué a mi mujer, que quería cruzar la frontera de Casablanca . «Anda, bobina; siempre nos quedará Casa Benito». De momento resistimos aquí.