Diario de León
Publicado por
JUAN VÁZQUEZ
León

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SON UNA especie de elite social, un grupo cerrado sin normas escritas, pero con rígidas tradiciones, y normalmente endógamos. Todo el mundo los conoce y sabe que pertenecen a esa casta, aunque no exista ningún registro al respecto, y también conoce a esos otros que quieren entrar a toda costa, pero que rara vez lo consiguen, y en la mayoría de los casos son secretamente despreciados por los auténticos LTV, los Leoneses-de-Toda-la-Vida . Como los masones, los LTV se reconocen entre ellos a través de convenciones seculares nunca escritas ni desveladas a los no iniciados, pero existen ciertas pistas que pueden indicar con mayor o menor fiabilidad que estamos ante uno de ellos, como llevar este periódico centenario bajo el brazo, vivir en el Ensanche o tener un carné de socio de la Cultural más bajo del 50. Pero el indicador más fiable, la condición sine qua non que necesariamente debe cumplir un Leonés-de-Toda-la-Vida es ser papón de una de las tres cofradías negras: Angustias, Dulce Nombre o Minerva. Si además estamos ante un seise de una de estas hermandades, eso ya es la prueba del nueve; es un LTV con total seguridad, y de un abad ya ni hablamos, eso es como alcanzar el nivel 33, hilo directo con el Gran Arquitecto y con el espíritu del rey Ramiro, vaya. Bueno, esto valía hasta el pasado domingo, cuando una de las normas seculares de Minerva y Veracruz se rompió para que llegase a abad quien no le tocaba, y todo con conspiraciones secretas y por cuestiones de poder y vanidad. Ahora entiendo por qué los LTV son endógamos, para que no pasen estas cosas.

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