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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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EL PRESIDENTE del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó el domingo a las tropas españolas destinadas en Afganistán para ayudar a mantener la paz, la seguridad, y a la reconstrucción de aquel país. Nada tiene que ver la misión de estas tropas con la de las enviadas por el Gobierno Aznar a Irak. El objetivo de éstas era la ocupación militar de un país que aún sigue en guerra. Todos los españoles deberíamos estar orgullosos de tener un Ejército que cumple esas misiones en el extranjero, en puntos muy alejados de nuestra tierra. Y mientras el presidente del Gobierno visitaba a nuestras tropas, el llamado líder de la oposición, Mariano Rajoy, se dedicaba a insultarle personalmente. Por lo visto, ya no le queda ningún argumento político en su alocada estrategia de descalificación. Ya le había acusado de desleal, irresponsable, insensible, de no estar en sus cabales, de trato indecente a las víctimas de terrorismo, de superficial, inmaduro e inútil. Faltaba la guinda: Bobo solemne. Mariano Rajoy, y con él toda la cúpula del PP, no ha podido caer más bajo. Desde hace meses se comportan con el sectarismo de un grupúsculo extraparlamentario y no como el primer partido de la oposición que algún día volverá a ser Gobierno. Pero con estos dirigentes lo tienen prácticamente imposible. Igualmente hay que destacar que mientras el presidente estaba en Afganistán trasladando el apoyo de todos los españoles a las tropas, el tripartito catalán y CiU también criticaban a Zapatero y al PSOE por la propuesta de financiación autonómica que les había trasladado el vicepresidente Pedro Solbes. Con su reacción, los nacionalistas catalanes vuelven a demostrar, una vez más, que su víscera más sensible es el corazón, cuyos latidos siente la cartera. Y que todo el proyecto de Estatut es un envoltorio para conseguir un billón de pesetas más al año, como reconoció recientemente Pasqual Maragall. Ahora la principal preocupación del cuatripartito catalán -los tres del ejecutivo en la Generalitat más CiU- es llegar a un acuerdo con el Gobierno sin luz ni taquígrafos. Y sobre todo, antes de que comience la discusión del proyecto en la Comisión Constitucional del Congreso que preside Alfonso Guerra. Saben que va a dejar el proyecto enviado «limpio como una patena», según dijo literalmente Rodríguez Zapatero. Es decir: lo que quieren los del cuatripartito es que no haya discusión parlamentaria. Sin embargo, todo parece indicar que la postura del Gobierno y del partido que lo sustenta va a seguir siendo de firmeza en lo fundamental. No habrá relación bilateral entre Cataluña y el Estado. O dicho con más rotundidad: Cataluña continuará siendo una comunidad autónoma más en el actual marco constitucional. No habrá estado confederal. Además, los impuestos estatales los seguirá recaudando el Estado central y las competencias seguirán distribuidas como hasta ahora para no romper el mercado único, lo que por otra parte, perjudicaría sobre todo a las empresas catalanas. Los socialistas ya tienen asumido que no pueden contar con los populares, como no sea para estorbar, incordiar e insultar. Pero la decisión en el PSOE parece firme. De hecho, en el cuatripartito ya está planteada la decisión de retirar el proyecto de Estatut de su trámite en las Cortes. En ese supuesto, asunto más rápido todavía.