No será el caso

PUES VALE, no será el caso. Pero como me llegue a tocar hoy un pellizcote de la lotería, o un día de estos un bono-algo de esos que ni te haces idea de cuánto supone en pesetas (que son al euro como antes era a los duros contar con los dedos, o sea, coscarte de lo que hablas), me lío la manta a la cabeza y... Que luego es hablar por hablar, porque te cae el Gordo, te alegras como si todos los problemas hubieran salido volando con el soplo del calvo, y cuando haces cuentas te quedas con las alopecias del día a día y los michelines de la cuenta corriente que se infla y se desinfla con la misma estúpida falta de lógica aparente. Pero mira, por imaginar... En realidad no sé yo lo que haría con cienes y cienes de millones de euros. Pero no estaría mal una dotación económica suficiente como para permitirte, no digo ya un dolce far niente perpetuo, pero sí un cambio laboral creativo. Un suponer, catador de hamacas caribeñas, o inspector delegado de hoteles y servicios de lujo para la zona de las islas Fidji, o cobaya de masajes con aromaterapia. Ese dinerín extra con el que todos soñamos, algunos con lícita avaricia (si es cuestión del azar, por qué poner puertas a la cuenta corriente), otros por darnos el gusto de algún lujillo sin más pretensiones. Y con qué satisfacción nos desprenderíamos de esas y otras sustanciosas fortunas a cambio de que el destino no hubiera señalado a los nuestros con su dedo en otros menesteres vitales. Pero eso hay que pedírselo a los Reyes Magos. Que no será el caso, pero si fuera...