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Publicado por
JUAN VÁZQUEZ
León

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LO DEL I+D+i, que nadie sabe definir muy bien, se plantea como la panacea a todos los males de la empresa. Investigar, desarrollar e innovar, viene a decir la suma, que no es otra cosa que indagar sobre lo que estarían dispuestos a comprar los consumidores, pergeñarlo y ponerlo en el mercado. Pero hacen falta las tres patas de la suma, porque si una falla la fórmula mágica ya no funciona, y además hay que aplicarlo todo con sentido común y un poco de olfato. Vamos a poner un ejemplo de I+D+i desde el primer paso: 1. Investigación: Un sagaz empresario se huele que los televisores de plasma son un filón de ventas y busca algo que él pueda aportar al mercado, su nicho. 2. Desarrollo: La oportunidad de negocio se le revela en casa de su tía Luisa, al ver sobre su televisor de toda la vida la entrañable sevillana de plástico con bata de cola. «Eso no hay quien lo coloque encima de una pantalla de pasma», se dice, y comienza a trabajar en el diseño de una solución para este problema nacional. Y 3. Innovación. Nuestro sagaz empresario pone en el mercado una folclórica como la de siempre, pero en vez de tener una peana, dispone de una ventosa para agarrarse a los nuevos televisores. El proyecto sería innovador, eso no lo dudaría nadie, del mismo modo que a nadie se le ocurriría invertir ni un euro en él. Ser innovador no lo justifica todo. Un helicóptero fue innovador para hacer un anuncio del Tulipán hace 20 años, pero para traer a los Reyes Magos a León es una horterada.

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