CON VIENTO FRESCO EN POCAS PALABRAS
Libertad amenazada Políticos de cuarta
ES EXTRAÑO el silencio, aunque significativo, de todos los que con su apoyo en manifiestos personales o en ruidosas manifestaciones hicieron posible el triunfo socialista. Nadie de los de entonces sale ahora a la calle o se pronuncia en los medios sobre el mayor atentado al sistema democrático perpetrado en estos últimos cinco lustros: la ley Audiovisual de Cataluña que aprobó la semana pasada el parlamento catalán. Con ella no se trata de poner orden en el caos reinante en materia de licencias de emisión, sino que se pretende acallar a los que discrepan con la política asfixiante del tripartito, lo que se pronuncian públicamente contra el nacionalismo xenófobo. En Cataluña se persigue a los industriales que no etiquetan sus productos en catalán, a los comerciantes que no rotulan sus establecimientos en esa lengua. En Cataluña se persigue, mediante sabotajes, a los que discrepan del nacionalismo por su política totalitaria. La semana pasada "Ciudadanos de Cataluña", una plataforma no nacionalista, en la que se encuentran gentes como Albert Boadella, Francesc de Carrera, Arcadi Espasa o Xavier Pericay denunciaba la pasividad de los mossos de escuadra ante el boicot de uno de sus actos por una veintena de energúmenos. En Cataluña se persigue, y en el fondo se hace esa ley, para acallar a una emisora crítica con la política de la Generalidad y el separatismo de Esquerra. Se quiere, por todos los medios, legales o ilegales -anticonstitucionales- cerrar las emisoras de la Cope en Cataluña, acusándolas de no dar una información veraz y dividir a la población. La población ya la han dividido, pero si lo primero fuera cierto tienen los tribunales para denunciar las mentiras de la Cope. No es verdad, quieren acallar la opinión que expresan algunos en ciertos programas; pero eso no es ningún delito, es parte de la libertad de prensa. Por eso, esa ley Audiovisual es un atentado a dicha libertad, una vulneración de una de las libertades fundamentales de nuestra constitución. Con ser esto grave, lo es aún más el proyecto del gobierno de Zapatero de aprobar una ley semejante en el parlamento nacional. Ya hemos visto los intentos del gobierno -primer poder- mediante el parlamento -segundo poder- por controlar el Consejo General de Poder Judicial, como denunciaba hace unos días su presidente -tercer poder-; ahora se pretende llevar ese freno a los medios de comunicación, es decir al cuarto poder. El control de todos esos poderes conduce al totalitarismo y cuestiona la libertad política, que se fundamenta en la división de poderes. También estos días un historiador, Julián Casanova, pedía desde el País que se arbitraran medios legales para perseguir a los que hacen apología del franquismo, cuya dictadura fue, en su opinión, un régimen de terror. En el fondo, de lo que discrepa es de otros historiadores que tienen ideas diferentes en torno a dicha dictadura, a los que se quiere silenciar. Se pretende, con todos esos medios, una sumisión al pensamiento único que, sin tapujos, defiende una izquierda que no ha hecho la menor autocrítica de su propio pasado, que pasa de rositas sobre la caída de los regímenes comunistas y que hace una lectura sesgada e interesada de la República y la Guerra, en las que busca su legitimidad democrática. Lo que en el fondo se pretende es algo más grave; se trata de plantear una segunda transición. La que hicimos en los finales de los setenta, basada en el principio de la reconciliación nacional, ya no les sirve porque, al contrario de lo que pensaba la izquierda, la derecha salió fortalecida con la democracia. Se busca expulsar a la derecha del sistema político, y con ella a la mitad de la población. Si no se puede electoralmente, se hará por otros medios, por ejemplo impidiéndole expresarse. Si para ello hay que cerrar emisoras y periódicos se hará. Me asusta esa política que divide al país, me preocupa aún más el silencio de los que antes gritaban contra Aznar, porque amenazaba la democracia y la libertad. ¡Lo que hay que ver! MIENTRAS nos dedicamos a comentar lo insustancial no nos fijamos en lo importante. Así que Zapatero y Rajoy se han enzarzado en una pelea de colegio. El nivel de la clase política actual es de cuarta, el nivel de los unos y de los otros, y se olvidan del valor pedagógico que también debe tener la política. Que los dirigentes políticos se enzarcen en insultos de poca monta es un síntoma de ese bajo nivel político que padecemos hoy. En todo caso creo que los responsables políticos deberían evitar decir frases de esas que les escriben sus asesores de imagen, incluidos los insultos, y dedicarse a debatir seriamente los problemas que tiene nuestro país, que son unos cuantos. Mientras perdemos energías discutiendo sobre si José Luis Rodríguez Zapatero se pasó calificando a Mariano Rajoy de «patriota de hojalata» o si es intolerable que Rajoy llame «bobo solemne» aal presidente del Gobierno, el foco se aleja de los problemas reales. A mi me parece que el intercambio de improperios entre el presidente y el jefe de la oposición son como de pelea de patio de colegio y que nos da la medida de los dos.