CRÓNICAS BERCIANAS
Cuento de Navidad
¿ SE IMAGINAN que fuera cierto que el espíritu de las Navidades futuras pudiera visitarnos en Nochebuena, como en el cuento de Dickens, para ofrecernos una oportunidad de cambiar nuestras vidas antes de que se conviertan en un desastre? ¿Se imaginan viendo lo que será de nosotros, sabiendo cómo terminaremos y, sobre todo, se imaginan que todavía estuviéramos a tiempo de cambiarlo? Es una visión muy sugerente cuando se piensa en los asuntos de actualidad que ocupan a diario las páginas de este periódico casi centenario y en sus protagonistas. ¿Se imaginan lo que podría enseñarle al alcalde de Ponferrada? Aquellos que no comparten su programa, ni su visión de la ciudad, o simplemente no le aprecian imaginarán, sin duda, al espectro navideño llevando de la mano a Carlos López Riesco para sobrevolar una Rosaleda fantasmal y vacía. Con esqueletos de edificios a medio construir, grúas paradas, muros de ladrillo abandonados y nubes de polvo recorriendo las aceras a medio urbanizar. ¿Y se imaginan lo que le enseñaría a Ricardo González Saavedra en su doble condición de presidente del Consejo del Bierzo y portavoz municipal socialista? ¿Se imaginan que le muestra una comarca con piezas nuevas, con los representantes de Palacios del Sil y Truchas sentados en los plenos de la institución, pero con ausencias? ¿Se imaginan que en ese sueño, el fantasma le muestra la frontera con Galicia más cerca, con el Bierzo Oeste escindido de Castilla y León y el gallego reconocido como lengua cooficial? ¿Y se imaginan también, ya puestos a imaginar, que el espíritu le lleva de la mano sobre La Rosaleda y lo que le enseña es una torre de 27 pisos desafiando al Pajariel, avenidas bulliciosas, comercios, y miles de metros de equipamientos públicos sobre el solar que estas Navidades todavía ocupa el hipermercado de Carrefour? ¿Y luego le enseña una ciudad con dos puentes nuevos, un castillo con tejado, y un salón de plenos donde los escaños socialistas se han reducido todavía más y el portavoz de la oposición no tiene ni su cara ni su voz, porque sencillamente es otro? Y por imaginar, ¿se imaginan al director de la central térmica de Compostilla viendo el emblema de Gas Natural sobre una instalación de ciclo combinado? ¿A Victorino Alonso sobrevolando cielos abiertos restaurados? ¿A Viloria contemplando molinos de viento? ¿Se imaginan todo eso? ¿Se imaginan al espíritu de las Navidades futuras enseñándole al alcalde de Fabero un pueblo deshabitado? ¿Al de Bembibre, un polígono industrial donde sólo crecen paneles solares como setas y no hay salida directa a la autovía? ¿Y qué le enseñaría al delegado territorial de la Junta en León, que también es berciano, y además, secretario provincial del PP? ¿Le enseñaría quizás, montes del Bierzo quemados? ¿Un Consejo Comarcal de cuarenta municipios? ¿A Fátima López Placer volviendo a pisar firme en la sede comarcal del Partido Popular? Me dirán que imagino demasiado. Que a ninguna de las personas que he citado les visitará nunca un espectro. Y no saben cómo lamento que sólo haya segundas oportunidades para los personajes de cuento.