BURRO AMENAZADO
Adicción
SEGÚN LA ESTADÍSTICA oficial, una de cada tres personas es adicta. Si hiciéramos caso a las presuntas adicciones que nos afligen, todos seríamos yonquis. Un plantel de psicólogos, sociólogos y otros científicos -particularmente, en Estados Unidos-escriben sin parar sobre adicciones al amor, al sexo, a internet, al azúcar o a ir de compras. Una investigación publicada en los Archivos de Dermatología sugiere que hasta un 53% de los que van a la playa son adictos al sol. Los autores del artículo relatan que más de la mitad de los que se tumban en la arena se declaran incapaces de acortar su tiempo de bronceado. Solo el tabaco, el alcohol y las drogas -incluida la codeína, usada contre el dolor- reúnen los criterios de adicción definidos por la organización Mundial de la Salud, tales como presentar síntomas evidentes, hacerse cada vez más tolerante y requerir un aumento de consumo. Ese trío de vicios va ligado a mecanismos químicos que estimulan áreas encefálicas responsables del apetito y del reforzamiento de la conducta. Jugar, comer y follar, supuestas adicciones, tienen algunos rasgos similares a genuinas dependencias químicas, estimulando parecidas áreas cerebrales que las de algunas drogas. Por ello, son actos candidatos a denominarse comportamientos compulsivos. El profesor Colin Drummond, psiquiatra especialista en adicción del hospital londinense de Saint Georges, cree que llamar adictos a los fanáticos de internet o de tomar el sol es una exageración: -Corremos el peligro de buscar una solución médica a lo que de hecho es un comportamiento extremo. Hay personas que conducen muy rápido, pero sería un error considerarlos farruquitos de la velocidad. Sin duda alguna, el auge experimentado por el término adicción forma parte de la tendencia yanqui a considerar rasgos personales como enfermedades. Desde luego, beneficia a las compañías farmacéuticas, pero puede convertir a mucho inocente en víctima. Lo canta la jota: -Si bebo vino borracho; si no bebo, miserable.