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CARLOS CARNICERO
León

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EL PRESIDENTE del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tiene una agenda secreta en la que la aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña, el anuncio del final de la violencia en el País Vasco y un acuerdo político de refundación de la Comunidad Autónoma Vasca son los jalones de una legislatura que tiene como eje estratégico la consecución de una mayoría absoluta para que un nuevo periodo de gobierno sea desde la máxima comodidad parlamentaria. Todos los proyectos concatenados necesitan la culminación de cada eslabón para constituir el siguiente. Esos parámetros le dan solidez a una estrategia, pero al mismo tiempo obligan a que cada jalón se cumpla, lo que fuerza la naturaleza y la calidad de los objetivos parciales conseguidos. Está cada vez más claro que el nuevo estatuto de Cataluña y la opa de Gas Natural contra Endesa forman un paquete cerrado que tiene que presentarse para la constitución de un poder catalán que tenga respaldo político en unas instituciones renovadas y respaldo económico en el control de la energía de toda España con La Caixa como gran factor financiero de la nueva realidad política. Y conseguir que todos los españoles acepten estos resultados puede tener un gran costo político para el Partido Socialista. Como todo el mundo es ya consciente de la acuciante necesidad del presidente Rodríguez Zapatero de subir este primer escalón de su estrategia, la partida va a se complicada, porque las necesidades de los demás son siempre virtud de uno mismo si quien negocia los acuerdos tiene inteligencia y habilidad. Es cierto que los demás partidos catalanes, con excepción del Partido Popular, tienen cierta necesidad de un acuerdo de Estatuto. Pero a Convergencia i Unión no le acusa la misma desesperación que a Pascual Maragall. El fondo y la forma del nuevo Estatuto no movilizan a la izquierda española. Eso se nota en las encuestas. Si el resultado final de la negociación revela discriminación positiva para Cataluña. El presidente Rodríguez Zapatero no va a tener muchos apoyos, incluso dentro de su propio partido. Si la opa de Gas Natural sigue por los derroteros del apoyo descaradamente político del Gobierno y de la Generalitat, el precedente de una incursión política en el mundo empresarial dejará una buena herida para el futuro. Todavía resuenan las vivas de rigor de Pascual Maragall que al finalizar un patriótico discurso grito, hace tan solo unos días: «Ganaremos el Estatuto, ganaremos la opa. ¡Visca el cava!». Así están las cosas. Y el día 31 está a la vuelta de la esquina.

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