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Publicado por
MARÍA JESÚS MUÑIZ
León

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Y ES QUE ASÍ ES IMPOSIBLE. Cómo vamos a mantener la inocencia infantil, la ilusión aquella que hacía que te tragaras el cuento de los Reyes Magos y mirases para otro lado cuando las evidencias señalaban el desengaño. El problema es que hoy, mires por donde mires, ves las pruebas palpables de que esto de los seres míticos que traen miles de regalos a miles de niños en miles de mundos es una milonga de todo a cien. Porque, a ver, cómo vamos a creernos que Papa Noel es a la vez todos esos enanitos patéticos que están aferrados a cienes y cienes de ventanas de todo el país, que no sabes si están intentando llegar a la chimenea o los ha puesto el Instituto Meteorológico para medir la fuerza del viento. Y, más aún, cómo va a repartir en una noche miles de regalos en casas por doquier, cuando le lleva casi un mes abrir cada una de las ventanas en las que está colgado, en el sentido más amplio de la palabra. Además, una vez que ha pasado la Nochebuena, ¿qué pintan todos esos señorines de cara a las fachadas intentando llegar a donde se supone que hace tiempo que tenían que haber pasado? ¿Están esperando que lleguen los Reyes Magos a colgarles de otras partes por usurpación de competencias? Recuerdo con simpatía aquel primer Papa Noel trepando a una ventana en la farmacia de Ordoño II. Pero lo poco gusta y lo mucho aburre. Desde luego, en estos días si yo fuera un caco iría disfrazado de este señor omnipresente. En caso de persecusión policial, me colgaría de una ventana con una escalera, y a esperar que pase el temporal. ¡A ver si me descubren entre tanto intruso!

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