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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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TERMINA la semana política con dos incógnitas. Ambas, con sello catalán: qué hará el gobierno con la opa de Gas Natural y qué pasará a partir del lunes con el manoseado Estatut. Sobre la opa no esperéis sorpresas: el informe de los técnicos del Tribunal de Defensa de la Competencia, más el informe de la Comisión Nacional de la Energía, más la voluntad política de las fuerzas que sostienen a Zapatero, pesarán más que el dictamen colegiado de los vocales de Tribunal de la Competencia. El mero hecho de que se insista tanto en que este último es obra de afines al PP, anuncia por dónde apuntará la solución del gobierno: por el sí. Con severas condiciones, pero por el sí. Y el lunes, nueva cumbre sobre el Estatut. Los partidos (sin el PP, claro está) llegan a esa reunión en medio de una ceremonia de representaciones ante sus respectivos electorados. Hablo de «representaciones», y añado «teatrales», porque sólo viendo todo como una ficción se puede entender lo ocurrido en los últimos días: la verdad de unos es mentira para otros; los avances que ve el PSOE son estancamientos para nacionalistas. ¿A esto le llaman acercamiento? ¡Teatro puro! Y el público se calienta, aplaude o abuchea según como actúe su artista preferido. Por eso, cuando dicen que Zapatero pone plazos al diálogo (se habla de otros quince días), no es exacto. Pide que vaya bajando el telón. El público se empieza a aburrir. Pero ésta es, una semana más, la superficie. El problema es el papel que se reserva el propio Zapatero. «Es el director», se nos dirá, «y el director no sale a escena». De acuerdo, pero algo falla en esta obra cuando un artista estelar, el señor Carod-Rovira, le pide, más o menos, que deje de ser Telezapatero y se presente en carne mortal y no actúe a través de mediums. Como añadido morboso, tenemos que CiU tercia en la demanda y dice que ZP «está metido hasta las cachas». ¿Cómo se interpreta esa diferencia de percepciones? ¡Ay, amigos! Sólo hay una explicación: TeleZP habla mucho con Artur Mas, y bastante menos con Ezquerra Republicana. El diálogo con ERC está en otros niveles. Sin embargo, la demanda de Carod-Rovira tiene sentido. Yo, por una vez y sin que sirva de precedente, me sumo a ella. Quizá no sea tan precisa la presencia personal en las tediosas reuniones; pero sí que el presidente no parezca una esfinge que se limita a esperar que le sirvan el Estatut redactado. Es natural y creíble que esté dirigiendo la negociación a distancia. Es natural y creíble que sus representantes no acepten el cambio de una coma sin su visto b ueno. Pero tampoco puede seguir calando en la sociedad esa sensación de que lo único que el gobierno tiene parcialmente claro es la financiación.

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