Diario de León
León

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LA FOTOGRAFÍA de Ali Agca saliendo en los próximos días de prisión dará la vuelta al mundo, como también la dio la de su atentado contra Juan Pablo II. Hubo otra imagen impresionante relacionada con los hechos, la de la visita del Papa a la prisión donde el asesino profesional cumplía condena, y la declaración de perdón que hizo el Pontífice. No sé si el milagro sigue dándose entre nosotros, intuyo que sí, pero al menos es innegable la existencia de lo asombroso, como lo fue el encuentro entre víctima y verdugo, cuya trascendencia va más allá de lo que hablasen. No son pocas las incógnitas policiales que aún hoy sigue planteando el  caso,  sin embargo, para el creyente existe una clara interpretación espiritual del suceso, inquietante y, a la vez, consoladora. De momento, aceptemos que el corazón llega a sus propias certezas. Se equivocan quienes reducen la figura del anterior pontífice a la de gran líder mediático, como quienes ven en Ratzinger a un frío intelectual. Las fotos actuales de Agca siguen mostrándonos un rostro  inescrutable.; al parecer, ha escrito un libro donde desvela aquello que hasta ahora ha callado.  Ya hemos expresado en otras ocasiones que la maldad  suele tener una motivación ramplona y obscena en su obviedad, mientras que del bien... ¿quién puede descifrar sus jeroglíficos, quién podría explicar el amor? Quizá hubo una conspiración que nunca será desvelada, quizá nunca se sepa quién ordenó y los porqués, pero hay algo que ya sabemos: la víctima perdonó. Y su impacto en el mundo fue mucho mayor que el estruendo del disparo.

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