Esto es lo que hay

EN LEÓN caen unas heladas ­­-zampardas decían los viejos de mi pueblo­­- de padre y muy señor mío. La de anoche, por ejemplo, decoró de escarcha blanca las praderas y de carámbanos los estanques y fuentes. Estamos en invierno. Y al invierno leonés no se lo come el lobo. En los noticiarios de primera hora, cuando asoma el alba, la voz entre dulce y cazallera de la locutora, casi de metal, nos anticipa la cifra estremecedora de muertos en la carretera durante las pasadas Navidades. Son, en total, 176. No reflejó ningún otro efecto colateral, como heridos, muchachos que engordarán la nómina de parapléjicos, familias desguazadas y otras situaciones extremas. El responsable máximo de la DGT, Pere Navarro, excelente comunicador, como en un resoplido de impotencia, dijo: «Esto es lo que hay». Ni radares, ni campañas publicitarias, ni carné por puntos, nada, corrigen en plenitud esta euforia de destrucción. Es demoledora su interrogación: ¿Acaso a un conductor que va a 200 kms/hora no se le puede acusar de intento de homicidio?. La sociedad está entregada a este peaje de muerte. Recibe las noticias trágicas que se estrellan contra la brea con la misma frialdad que la sangría en Irak, donde un día sí, y otro también, se multiplican los sacrificios. En nombre de Dios y de Alá caen como moscas los que no tienen vela en el entierro. Al que nadie dio vela en otro entierro, el territorial, pero la tiene con llama erguida, fue al corregidor de A Coruña y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Francisco Vázquez. Ha declarado que España «no tiene quién la defienda y parece que el que habla de España es un apestado del régimen franquista». Una reflexión muy propia del corregidor coruñés, al que vota la progresía y las señoras de derechas que toman el chocolate en las cafeterías de las calles peatonalizadas que abrazan a la plaza María Pita. García Márquez publicó que el general no tenía quién le escribiera. A Paco Vázquez le escriben a diario. No es un general, sino un corregidor. Muy hábil, por cierto. Resultaría imposible perpetuarse como primer edil en una ciudad cosmopolita y de cristal sin ejercer de gallego fino. Y sin ofrecer resultados. Lo que sucede es que España sí tiene quién la defienda, y no sólo Paco Vázquez. Lo hacemos casi todos los españoles. Incluso los que se equivocan, como el teniente general José Mena. Su discurso, pronunciado en Sevilla durante la celebración de la Pascua Militar, sigue coleando. Ha sido tema monográfico de análisis en las primeras reuniones plenarias de los partidos políticos, tras el paréntesis navideño. La condena ha sido unánime, aunque con matices. Mariano Rajoy desautorizó el discurso del teniente general, pero acusó a Rodríguez Zapatero, a Bono y al Gobierno por haberle nombrado. Y echó más leña al fuego: «Algo debe estar ocurriendo -dijo- para que alguien nombrado por e l Gobierno haga este tipo de declaraciones». Rajoy y Vázquez son igual de gallegos. La Navidad no ha suavizado las relaciones. Si alguien no lo remedia -y apuesten conmigo que no- la crispación y el desencuentro seguirán instalados en la política durante el próximo trimestre. Esto, sí, es lo que hay.