Rajoy lanza una duda muy grave

MARIANO RAJOY se dejó entrevistar en televisión. No lo he visto, pero he leído el resumen de su declaración. Debo confesar que me ha intrigado. Su especulación de que «algo está ocurriendo» (en el ejército) y «no se quiere informar» llena de zozobra a cualquiera. Hacía mucho tiempo que desde la clase política no nos llegaba un mensaje de tanta duda sobre el estado de ánimo de los ejércitos españoles o los posibles movimientos en las antes llamadas salas de bandera. Rajoy no dice nada, ni anuncia nada. Sólo pide información; pero ese «algo está ocurriendo» a los tres días de la indisciplina de un alto militar desestabiliza al gobierno más estable. Si esa frase hubiera sido pronunciada por cualquier otro ciudadano, incluso por cualquier otro dirigente político, no le estaría dando ninguna importancia. Entre el ministro Bono que asegura que «no hay ruido de sables» y esa interpretación, nos quedaríamos siempre con la palabra del ministro de Defensa. Y lo mismo digo respecto al presidente del Gobierno: entre la tranquilidad que intentó transmitir en su última comparecencia y cualquier rumor de ruido en los cuarteles, siempre nos quedaremos con la versión del señor Rodríguez Zapatero. Pero ocurre que Mariano Rajoy es un político muy serio. Podrá hacer una oposición discutible en algunos aspectos, pero nunca jugará a desestabilizar la democracia. Es, además, un hombre riguroso en sus análisis, aunque a veces suscite discrepancias. No es frecuente verle caer en improvisaciones irresponsables. Y, por último, se supone que su partido sigue teniendo buenas conexiones entre los profesionales de la milicia, y no por ser la derecha, sino porque gran parte de los actuales jefes de los tres ejércitos han sido ascendidos precisamente cuando el PP ocupaba el gobierno de la nación. Por tanto, no es razonable pensar que Rajoy se lance a decir esas palabras de sospecha como si se tratara de una crítica por la opa de Gas Natural sobre Endesa o el fracaso en la contención del índice de precios al consumo. Él sabe que está tocando la fibra de la estabilidad. Así las cosas, una vez lanzada la piedra al estanque, tenemos derecho a pedirle que diga lo que sabe. La palabra del jefe de la oposición no es ni puede ser como un confidencial de Internet. Y, desde luego, el señor Bono no puede retrasar más su explicación al Congreso, aunque esté en vacación parlamentaria, y debe valorar públicamente las adhesiones personales que recibe el teniente general Mena en forma de carta en algunos periódicos. Este país no tiene ningún riesgo de intentona militar, ni nada que se le parezca. Pero tampoco puede permitirse nada que recuerde o sugiera ninguna conspiración. Bromas de este tipo, no.