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Publicado por
MARÍA J. MUÑIZ
León

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LA IGUALDAD entre hombres y mujeres sólo es filosofía, un velo que conviene ir retirando para enfrentar el rebrote de educación discriminatoria y violenta que azota al mundo. Marcela Lagarde, diputada mexicana e investigadora de los asesinatos de Ciudad Juárez, dejó un mensaje tan contundente como desesperanzador en Oviedo. Intenet, cine, videojuegos,... la realidad misma invita a dejar de creer que la igualdad existe, porque sólo así se podrá estar en guardia ante la agresión permanente que sufrimos, unos en carnes propias y otros por permitirla en carnes ajenas. Lagarde advierte contra un avance de misoginia que considera virulento y universal. Quizá se vea así desde una sociedad que asume el asesinato de las féminas como una forma tolerada de ajusticiamiento familiar; pero, contemplado desde el prisma que se quiera, lo cierto es que la espiral de violencia general que nos invade no puede invitar sino al desasosiego y, si se quiere enfrentarlo, a la reflexión. Adolescentes que queman vivos a indigentes, impasibilidad ante barbaridades vecinas, ensañamientos inexplicables,... En el caso de las mujeres, la violencia no sólo se ejerce con los puños. La visión de la diputada es esclarecedora: tanta presión es obligar a tener más hijos de los deseados como establecer un sistema laboral que impida realizar el derecho a la maternidad. Sin embargo, para Latinoamérica la legislación española es un referente: al menos aquí a la fuerza del agresor no se suma la violencia institucional de ignorar el drama. Miro alrededor y me estremece la fragilidad del género. Del género humano.

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