Cerrar
Publicado por

Creado:

Actualizado:

UN CANTO de sirenas me ha parecido la reciente Tribuna firmada por Cecilio Vallejo, ex concejal, arquitecto y urbanista: «Un momento histórico para la integración del ferrocarril». Lo digo con todo respeto, y sigo. De entre sus líneas que me han parecido sorprendentemente vacilantes, entresaco una frase: «Mayor longitud y profundidad en el soterramiento de las nuevas vías desde el actual paso a nivel del Crucero hasta el paso de la avenida de Portugal». La valoro como muy positiva. Mas sobre ella me pregunto: ¿Y ahora por qué dice eso? Razonaré el interrogante mediante unas letras que, sobre el señor Vallejo, guardaba en el ordenador desde que dio por finalizada su labor política en el Ayuntamiento de León, y que entroncan directamente con el tema. En las filas del PP, o mejor de la mano del PP leonés, accedió al edilato en las elecciones municipales del año 1995. Durante ocho años, dos legislaturas en el gobierno municipal y un año en la oposición, cumplió con su cometido consistorial con sencillo rigor. Esa es mi opinión. Me atrevo a afirmar que en ese tiempo demostró ser más técnico que político. Y que el último año de portavoz de la oposición, toda una prueba de buena voluntad por su parte, a buen seguro que lo llevó al convencimiento de que la política nominal, pura y simple, cuando menos no era lo suyo. Si algún lector se pregunta ¿de qué van estas líneas?, no se le reprocho, toda vez que yo mismo me lo pregunto también. Seguramente nacen de haber sido su labor urbanística objeto de mi atención y sincera crítica ocasional en algunas de mis tribunas. O, tal vez, por la ausencia de algún panegírico de sus antiguos compañeros, o de enjundiosa despedida mediática. Creo que ha sido algo silenciado su cese. Desde sus comienzos consistoriales era tanto el deseo de epatar al personal, al ciudadano leonés, que era un continuo anunciar obras. La novedad y los comienzos avivarían ese comportamiento. Y los dineros europeos lo posibilitarían un tanto. No sé si aquel proyecto que a los medios trasladó el señor Amilivia, a la sazón alcalde, la de colocar estatuas de los reyes leoneses alineadas a la orilla del Bernesga entre los puentes de la estación y San Marcos, era suya o de ambos, pero me pareció, y así lo dije, una infeliz idea, por el emplazamiento, que afortunadamente no se realizó. Aunque nos quedáramos sin estatuas, y la ciudad siguiera vacía de recuerdos reales históricos. Empezaron a llegar dineros europeos, se dijo que la Junta autonómica había ayudado a ello, pero no gratuitamente, el leonesismo político estaba en la oposición, y así las orillas del Bernesga esta vez serían, y definitivamente, objeto de un proyecto de acoplamiento deportivo, y de solaz. Se acondicionaron desde San Marcos a la Plaza de Toros, incluso con pantalones «marineros» para la pesca, aunque no hubiera agua. Amilivia llegaría a decir que a León, capital, «no la iba a conocer ni la madre que la parió». La planificación urbanística la pondría sin alharaca el señor Vallejo. Las peatonalizaciones del entorno de la Catedral, San Marcos y San Isidoro fueron objeto de su planificación urbanística conservadora. Se propuso reconstruir Puerta Obispo, cortando el tráfico por la calle Ancha hacia el Egido. No se realizó la obra, pero sí se cortó el tráfico casi sin dar una alternativa viaria en el momento. Y de la Puerta tan sólo se acoplaron nuevos y supuestos recuerdos, aceptablemente digamos, ejecutándose una cripta visitable para los vestigios romanos y medievales encontrados al pie de ella, que aún permanece cerrada, aunque no imputable a él. Siempre tuvo en el punto de mira el señor Vallejo el sector oeste, el de allende las vías, aunque no siempre propusiera lo mejor para la zona. Sin suprimir el dogal férreo proponía allá por el 98 prolongar Ordoño II, pasando debajo de las vías para acceder a Doctor Fléming. Un túnel para el paso del Crucero y la ampliación del existente, junto al nuevo campo de fútbol, comunicando Gómez de Salazar con Sáenz de Miera. Una solución muy parcial, nada que ver con la idónea: la supresión por pleno soterramiento de las vías, beneficioso para el paso crucial del Crucero y de integración real para los vecinos de la zona oeste, dando de paso a la capital una dimensión o rango urbano inusitado. Se despidió don Cecilio y aún estamos en ello... Al margen de lo antedicho debo finalizar añadiendo que hizo una buena labor, rigurosa y técnica, gestionando con dignidad y mesura. Esa es mi percepción y así queda dicho. Volviendo al origen, creo que, en la referida tribuna, el señor Vallejo, dice sin querer decir; mide sus expresiones con recelo, nada y guarda la ropa, no sé si para no incomodar a los expertos, o a los políticos. ¿Es la mía una falsa impresión? Lo cierto es que ronda sobre un asunto que siempre me ha interesado como ciudadano, y sobre el que he vertido mis pareceres en este medio en varias ocasiones, de ahí mi aparición con ésta. Ahora entra en juego un nuevo valor: la línea de Alta Velocidad. Sobre la idea soterradora «novedosa», profunda , que expone sin la firmeza profesional que a mi entender debió poner, dejándola caer, o como en el aire, coincido plenamente; así como también en ser, en verdad, «el eco del sentir de muchos leoneses; y de otros intereses .