Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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MIENTRAS EN Madrid negociaban las partes concernidas puntos realmente conflictivos del Estatut, en Toledo aderezaba la dirección del PP su estrategia contra esa reforma estatutaria para evitar que «se acabe con España como nación» y, de paso, hacer al presidente responsable de «una cobardía sin límites», ante las humillaciones que Batasuna nos estaría infligiendo tanto por organizar una magna asamblea en Baracaldo como por recomendar a Zapatero la abolición de la Ley de Partidos. Pero lo que, según Rajoy, más interesó en el cónclave toledano del PP fueron unas declaraciones del presidente en las que, el día anterior, habría «defendido el derecho de reunión de una organización terrorista, y contra una ley que él voto y que está obligado a defender y cumplir». Esto «supera los límites de lo imaginable», afirmaba Rajoy. Convendría subrayar la diferencia entre la defensa del derecho individual de reunión y de participación política incluso para los miembros de una organización ilegalizada y la anormalidad jurídica de que una organización ilegal, y con sus actividades judicialmente suspendidas, celebre públicamente una asamblea. Esa diferencias entre un derecho individual amparado por la Constitución y la situación de ilegalidad que vive Batasuna la vienen matizando desde anteayer desde el fiscal general del Estado a los portavoces del Gobierno. No podría decirse, desde esta perspectiva, que Zapatero haya defendido el derecho de reunión de una organización terrorista. De la cumbre en Madrid entre el Gobierno y el PSOE, por un lado, y los cuatro proponentes catalanes del proyecto estatutario, por otro, sólo puede decirse que se negoció con un apresuramiento que sería conmovedor si ya no aburriera tanto el asunto, y no porque el Estatut sea una cuestión menor, que es posiblemente la piedra angular del Estado de las autonomías, sino porque los cuatro partidos catalanes llevan jugando entre ellos desde hace meses al ratón y al gato o a ver quien sale más airoso del proceso, y si el tripartito mira obsesionado el presente, CiU contempla el futuro de reojo. Lo más llamativo de la jornada política de ayer fue el final del cónclave toledano del PP. Si el retiro de los más altos dirigentes del partido se inició con declaraciones muy gallardas de Acebes sobre España como única nación, las declaraciones de Rajoy en la clausura revelan que al término nación van a sacarle mucho jugo político los populares, dispuestos a organizar movilizaciones ciudadanas en defensa de la unidad de España, en grave peligro. Y todo ello sin mover el punto de mira del PP de la efigie de Zapatero, al que seguirá usando Rajoy de muñeco de pim pam pum en su estrategia política.

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