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Publicado por
JOSÉ MARÍA CALLEJA
León

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EL PORTAVOZ DEL PNV, Iñigo Urkullo, ha tenido la brillante idea de comparar a la organización terrorista ETA con el Ejército español. Lo ha hecho al referirse a ambas como «organizaciones armadas», que no deberían tutelar ningún proceso político, según el dirigente nacionalista. Este Urkullu es de los menos fanáticos del PNV, es de los que los optimistas nos empeñamos en señalar como representantes de una línea menos dura, frente a la brutalidad neandertal de Joseba Egibar, que seguro que piensa que ETA es mejor que el Ejército español. Bien, no se si se da cuenta inefable Urkullu -¡que es profesor de ikastola!- que, de seguir su, digamos, razonamiento, la Ertzaintza sería también una organización armada. Urkullu es prepolítico, predemocrático y no estuvo en clase el día que explicaron que el monopolio de la violencia en los órganos del Estado es una de las conquistas de la democracia, un logro feliz de las sociedades avanzadas. Puede haber Estados democráticos, pero no conozco en el mundo ninguna democracia que no exista dentro de un Estado. Precisamente donde no hay Estado, donde no hay democracia, es donde la violencia esta repartida en minifundios; tenemos entonces una sociedad arcaica, en la que se sufre el terror y la arbitrariedad de los llamados señores de la guerra, que no dependen de ley alguna ni están sometidos a un poder civil elegido democráticamente. Esa es la diferencia, la decisiva diferencia, entre civilización y barbarie. Llegar a la conclusión de que una sociedad funciona mejor, o sólo puede funcionar, si el monopolio de la violencia reside en el Estado y militares y policías se deben someter siempre a la ley, es algo que le ha costado muchos años a los humanos y representa, sin duda, una conquista en la evolución de la humanidad, una superación del tribalismo armado, que es el que representan organizaciones como ETA y otras del mismo jaez. Sólo la oceánica ignorancia política, y, desde luego, el fundamentalismo antidemocrático que alienta en un partido fundado por un individuo como Sabino Arana, hace posible que se digan barbaridades como esta. Las palabras de Urkullu -dichas con el tono arrogante que otorga la ignorancia- hacen rechinar cualquier sensibilidad democrática y, en el fondo, van destinadas a regalar los oídos de ETA , un grupo terrorista nacionalista vasco que llama a sus dirigentes «generales» y que se siente el «ejército vasco» y, por si fuera poco, «de liberación nacional». En fin, que si este anacoluto Urkullu es uno de las esperanzas de que el PNV pueda, algún siglo de estos, virar hacia posiciones comprometidas con la democracia, vamos de ala.

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