Diario de León
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León

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¿Pero vale la pena marear la perdiz con las declaraciones del señor Mena? ¿Quién puede estar detrás de las, al menos desafortunadas, manifestaciones realizadas en el marco de un acto castrense? ¿A quién pretenden atemorizar? Sr. Bono, ya sabemos que los militares ni son mudos ni se les puede ni debe amordazar, estaría bueno, pero el peso y la servidumbre del uniforme conlleva sacrificios entre los que se encuentra el no hacer política ni pronunciar soflamas patrioteras que provoquen inquietud y zozobra en una población que tanto ha costado calmar y a la que unos y otros, por motivos poco confesables, pretenden incomodar. Pero no ha sido el señor Mena el que me ha mosqueado con sus explosivas declaraciones, sino la actitud de la dirección del PP que, una vez más, se ha quedado sola encastrada en su particular desierto que ojalá le crezca por pura salud política. ¿Cómo se puede disculpar y «comprender» tan actitud? ¿Acaso echan de menos la década de los cuarenta gentes que ni habían nacido? Ya es el colmo. Esperamos que sólo se haya tratado de un solo señor Mena y no haya más encubiertos, disculpados y comprendidos. Las carreteras se han convertido en uno más de los varios atajos existentes para llegar velozmente al último destino: la muerte. Las carreteras, que se inventaron para comunicar a los pueblos y a las personas, se han convertido también, en el camino que nos comunica con el más allá; pero, sin viaje de vuelta. Durante el año 2005 que acaba de terminar se produjeron 2.875 accidentes de trafico y, en ellos murieron 3.329 personas, además de 1.501 heridos graves y 1.423 leves. Un peaje demasiado caro, pagado con sangre y también con dramas personales y familiares que no nos podemos permitir seguir pagando. Estas cifras, que representan una catástrofe anual, no hacen ondear banderas a media asta, y no se guardan minutos de silencio por las víctimas. Sorprende y asusta comprobar como, apenas reaccionamos, al leer o escuchar las cifras de muertos y heridos, y como asumimos esta tragedia de una forma casi natural y casi normal. No podemos renunciar al progreso y a la modernidad; pero, sí debemos reaccionar para controlarlos. Los responsables de tráfico están tomando, y deben de seguir tomando, cuantas medidas sea necesarias para disminuir esta tragedia diaria; pero, de poco servirá si los conductores no tomamos conciencia y nos responsabilizamos de nuestras conductas al volante. Sólo así evitaremos que las carreteras sigan siendo un lugar siniestro donde abundan los suicidas y homicidas inconscientes.

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