¡Taxi! Al hospital

CUANDO un organismo lo gestiona directamente un político suelen ocurrir dos cosas. La primera, que tiende a revestirse de técnico para intentar quedar anclado al cargo, y la segunda, que el márketing pasa a tener más importancia que la calidad del servicio. Eso ocurre con el servicio de emergencias 112 y sus ambulancias; bueno, ambulancias en plural por los pelos, porque en el área de salud de León, con muchos kilómetros de extensión, hay dos ambulancias con soporte vital básico: una y dos. Punto. Por mucho que salgan en reportajes, simulacros y demás saraos hasta parecer toda una flota, con estos medios lo raro es que no sean aún más habituales -que ya lo son- sucesos como la muerte de un hombre en la calle, en pleno centro de León y a cuatro pasos de un centro de salud. Hace 25 años, cuando España estaba calificada por la ONU como un país en vías de desarrollo, si alguien se ponía enfermo, iba un médico a su casa, y después un practicante que ponía a hervir la jeringuilla, y lo que hiciera falta. Hoy presumimos de ser uno de los diez países más ricos del mundo y nuestras calles están llenas de mercedes y bemeuves, pero si nos da un infarto en un parque, ni siquiera puede acercarse un médico a atendernos, y una ambulancia que pasa por allí ni para. Algo no funciona; esto es lo que importa, y no si fueron tres las personas que llamaron a las 9h. 46' 19'' o una sola la que dio el aviso. Yo, por si acaso, desde ahora llevo diez euros en el bolsillo. Si me ven tirado en la calle, por favor, cójanlos y llamen a un taxi.