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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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ARTUR Mas y Duran Lleida, por CiU, se han anticipado, con exquisita habilidad estratégica, a la ERC de Carod-Rovira al sellar un acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero sobre el futuro Estatuto de Cataluña. Es de esperar que Esquerra Republicana se sume pronto al acuerdo, tras exponer su disconformidad con el lugar que ocupa el término nación. La disconformidad del PP se extiende prácticamente a gran parte del articulado, y a su prólogo conceptual. En la vida pública se ha dado un suspiro de alivio. En la noche del sábado pasado se produjo el acuerdo CiU-Rodríguez Zapatero, y se le abrió al estatuto catalán una travesía parlamentaria sin graves escollos. Y ayer llegó la ceremonia de las fotos a las puertas de La Moncloa, con Duran, Mas y ZP entrelazando sus manos sobre un futuro de posibles y mayores entendimientos. Dentro del palacete, debió hablarse de centralidad y vocaciones. Según afirmó a la salida Duran Lleida, CiU tiene vocación y mentalidad de Gobierno, como el PSOE, y, como el PSOE en toda España, CiU ocupa en Cataluña la centralidad. A pesar del griterío, el PSOE es centro. Y a pesar de estar en la oposición, el centro en Cataluña lo representa CiU. Y añadió un Duran Lleida como inspirado por el instinto de gobernabilidad de Pujol que «un acuerdo de este calado...» no es sólo en torno al Estatut, es «en torno a lo que tiene que ser la España del futuro», y esto sólo se puede hacer desde «la centralidad». Y una frase lapidaria: «Quien en España no se sume a este acuerdo queda fuera de su futuro», refiriéndose al PP, extendiendo inmediatamente la condena a ERC, si por celos o por cuestiones de protagonismo se negase Carod-Rovira a sellarlo. CiU y el PSC-PSOE forman en Cataluña una mayoría más que absoluta, pues podría ser absolutista si gobernasen juntos. Y sobre el referéndum estatutario, que Duran Lleida desearía celebrar antes del verano, la unión de las dos fuerzas obtendría más de tres quintos de los votos. El desentendimiento de ERC crearía, sin embargo, problemas durante la tramitación parlamentaria y, sobre todo, abriría tal brecha en el Gobierno tripartito de la Generalitat, que las elecciones anticipadas serían inevitables. De todos los finales que se preveían a estas negociaciones estatutarias, el más negativo para el PP ha sido el bilateral de CiU con Zapatero. La retirada del asunto por sus proponentes hubiera sido un éxito 'popular' de largo alcance. Como lo hubiera sido, en tono menor, el rechazo de CiU dejando solo al tripartito. Pero esta aproximación, con ribetes sentimentales, de CiU al presidente del Gobierno, y correspondida por éste, supone un nubarrón sobre el horizonte electoral del PP.

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