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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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«ESTOY que me salgo», dijo un festivo Mariano Rajoy al término del congreso del PP de Galicia. Pero alguien le puede reprochar -ya lo hizo Pérez Rubalcaba- que se sale de la Constitución. Cuando propone un referéndum por iniciativa popular sobre el Estatuto de Cataluña, está proponiendo algo muy serio, pero tiene un problema: el artículo 87 de la Constitución dice que «no procederá dicha iniciativa en materias propias de ley orgánica, tributarias o de carácter internacional». Dado que un estatuto de autonomía es una ley orgánica, la idea de Rajoy tropezará con el límite constitucional. Ni el Rey, que convoca esa consulta; ni el presidente del Gobierno, que la propone; ni el Congreso de los Diputados, que la autoriza previamente, podrán dar ese paso, por muchos millones de firmas que la soliciten. Eso lo sabe, naturalmente, el presidente del PP, hasta ahí podíamos llegar. Rajoy, además, no es un agitador que disfrute poniendo en aprietos como éste al Jefe del Estado. Al revés: es un dirigente sosegado y equilibrado, que nunca de sale de los marcos legales. ¿Por qué, entonces, lanza esa idea? Mi explicación es que piensa honradamente dos cosas básicas: que el Estatuto catalán afecta al resto de España, y el resto de España debe pronunciarse, y que hay contenidos, como la referencia a la nación que figura en el preámbulo, que son una forma de colar ese concepto en la nueva norma. ¿Qué puede hacer? Ha llegado también a dos conclusiones realistas: una, que, en términos de acuerdo político, no le queda mucho más camino que aceptar lo ya pactado entre Zapatero y Mas. Otra, que en el debate parlamentario, tendrá que asumir derrota tras derrota, porque no tiene diputados suficientes para colar una sola enmienda al articulado. La salida es promover una gran agitación popular, de impacto superior a las manifestaciones callejeras que hasta ahora se habían anunciado. Recoger millones de firmas es algo que está al alcance de un gran partido como el suyo. Que lleguen a convocar el referéndum es un asunto menor. Lo importante es agitar a la sociedad contra lo que considera un peligro para la integración nacional. Yo espero que don Mariano Rajoy y su equipo hayan meditado mucho esta iniciativa. El Partido Popular puede demostrar efectivamente su fuerza; pero puede también contribuir a afianzar una imagen radical, a romper los ya escasos cauces de diálogo entre las dos grandes fuerzas políticas y, lo que es peor, a hacer todavía más tensa la vida política. Los experimentos con gaseosa, recomendó don Eugenio d'Ors. Y ése es un experimento con gasolina. Por actitudes así ha estallado la «crisis Piqué», que es una herida también muy seria. Pero de eso hablaremos mañana.