Diario de León

DESDE LA CORTE

Segunda crisis Piqué

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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AYER les prometí hablar de la «crisis Piqué». Como la actualidad es vertiginosa en este país, se han producido acontecimientos más importantes, pero lo prometido es deuda. Piqué, como saben todos los lectores, sigue en la dirección del PP catalán. Tres horas de diálogo con el presidente del partido lo han devuelto al redil del que mentalmente se acababa de marchar. Una vez más se ha demostrado que Rajoy posee notables artes de arreglo: una mezcla de bonhomía, cordialidad, razones objetivas y capacidad de convicción. Salvo para Zapatero, Mariano Rajoy es el político al que resulta imposible decir «no». Cuestión distinta es que Josep Piqué se quede encantado. A poco coherente que sea, no puede haber pasado de la irritación por verse desautorizado en público a la adhesión sin condiciones a quien le desautorizó, que no es otro que el secretario general de su partido. Esas heridas, tarde o temprano, terminan por doler y dejan marca. Los desinfectantes que usa Rajoy pueden evitar una gangrena, pero no la cicatriz que recuerda el accidente. Lo dijo ayer muy claro Eduardo Zaplana, cuando recordó que es la segunda vez que se tropieza con los diagnósticos del líder catalán. Los agravios duran bastante más que los compromisos de disciplina y lealtad. Visto desde fuera, Piqué es un tipo simpático: arma bulla, lo cual siempre agradecemos los periodistas; representa una imagen pactista, lo cual merece aprecio en tiempos de confrontación; tiene un aire levemente rebelde contra el aparato del partido, lo cual lo hace atractivo frente al consolidado principio guerrista de «quien se mueve no sale en la foto». Pero esas seducciones externas son justamente las que le hacen difícil la vida en el PP. Esos rasgos simpáticos que anoto son los que provocan las iras de Acebes y otros: porque rompe la disciplina, tesoro de los partidos; porque es una oveja negra; y porque sus discrepancias no ayudan a la solidez del partido ni a la unidad de su mensaje. Esos son los ingredientes del conflicto. ¿Nos debemos conformar con las buenas palabras y excelentes promesas de Rajoy? Claro que sí. Si hay que echar una mano al PP en esta crisis aparentemente superada, se echa, y ya está. Lo que me deja intrigado es una frase publicada ayer por García Abadillo y puesta en boca de Ruiz Gallardón: «Si se marcha Piqué, significa que el partido consuma su giro a la derecha». ¡Ah, leñe! Esas son palabras mayores. Eso supone que hay tensión entre derechistas y centristas. Y eso significa que el conflicto original que llevó a la crisis sofocada con las artes de Rajoy no es episódico. Pues sépase que, si es así, volverá a salir. Y será la tercera. Yo, si fuera Rajoy, tendría preparada la sucesión.

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