Zapatero afeita el Estatut

ZAPATERO ha conseguido, de una tacada, quitarse de en medio a errático Maragall y a predemocrático Carod. La foto en la Moncloa con Más y Duran, levantando al unísono la copa del estatuto catalán, ha tenido además el efecto carambola de endosar al PP una crisis severa, que no será la última, entre lo que significa Acebes y lo que representa Piqué. No parece, a partir de ahora, que el adjetivo de ingenuo sea el más adecuado para calificar a Zapatero. Es evidente también que, con esta foto del presente, Zapatero ha cortado la hemorragia de apoyos electorales que le suponía mantener la imagen de estar cautivo de ERC. El cambio de pareja por CiU le otorga al Gobierno socialista un perfil mucho más cómodo para sus electores, pongamos de Extremadura o Andalucía. El caso es que lo que se anunciaba como una catástrofe ha quedado en gran medida amortiguado por la redacción con la que se ha envuelto y neutralizado la palabra nación y por la rebaja evidente en las pretensiones de financiación que recogía el primer texto. El Estatuto sigue teniendo aspectos nefastos, intervensionistas, que pretenden fiscalizar la vida diaria, la forma de ser y comportarse de los españoles que viven en Cataluña, pero es evidente que le han afeitado las astas con las que se presentó. Es lícito pensar que estaríamos mucho mejor sin necesidad de haber sacado a lidiar este toro arbitrario, insolidario, caprichoso y envuelto en fatuidad y esencialismo, pero podemos decir que estamos ante un mal menor, visto lo que sabemos del acuerdo. La jugada de Zapatero ha sido inteligente y así parecen entenderlo los líderes socialistas más contrarios al proyecto de Estatuto nacionalista. A pesar de todo lo dicho, me sigue resultando sangrante la capacidad de la inmensa mayoría de nuestros partidos para enzarzarse en asuntos que interesan a una minoría de la población mientras cuestiones clave como la inmigración, la violencia juvenil, la delincuencia, el terror contra la mujer, el envejecimiento de la población y tantos otros siguen completamente opacados por esta agenda de pasiones tristes nacionalistas.