Neumáticos quemados

LA CALIDAD AMBIENTAl de León da pena. Que una provincia escasísimamente industrializada salga un día sí y otro también como protagonista de escándalos contra la naturaleza y la salud ciudadana, sin ninguna protesta, demuestra tanto la ineficacia de la Junta de Castilla y León como la pachorra social, anestesiada por tonterías de si Valladolid nos oprime, José Luis Rodríguez Zapatero se vende a los republicanos catalanes o Juanín García traicionó al ejemplar Ademar, puteado y befado por los comentaristas de balonmano de Televisión Española, compinchados con el Portland. San Antonio Que haya un enorme vertedero ilegal de neumáticos en Castrillo de la Ribera que la autoridad incompetente ni sella ni vigila, que arda un mes con malsana humareda negruzca que poluciona el alfoz de León y que, tras inundarlo con aguas del Porma, detraídas al consumo de boca y regadío, no haya aún resultados sobre la salubridad de los cultivos colindantes ni la contaminación acuática y aérea, de dioxinas y furanos, ofrece una imagen misérrima de país bananero y derechos pisoteables. Nadie dimite, no hay responsabilidades, el alcalde de Villaturiel se da por satisfecho y la Junta de Castilla y León se cura en salud anunciando nuevo expediente sancionador contra el responsable de acumular neumáticos cochambre, a la vez que delega en Confederación Hidrográfica del Duero -entidad que tachan de nefanda, por no haber construído el macroembalse de Castrovido y tener de presidenta a una bióloga indeseada- el análisis de secuelas contaminantes. Para regodeo final, en Alija de la Ribera camino a Villarroañe, en la margen izquierda del Bernesga, hay una chopera con una fenomenal colonia reproductora de cigüeñas blancas y garzas reales. Pues bien, en ella aparecen, con nocturnidad y alevosía, nuevos vertidos de neumáticos viejos de origen desconocido. Se suman a los montones de cascotes, neveras desvencijadas y somieres rotos que cubren las cunetas de una sociedad realmente guarra. Sigue la farsa, en este caso trágica.