Cien años y un día

AYER cumplí 100 años y dieciocho hace unos días. Ninguna de las dos cosas es verdad. Pero ninguna de las dos es mentira. Así es la vida. Y el periodismo, no se engañen. Pese a que el periodismo hoy se suele confundir con la televisión, que engaña mucho. Eso es otra cosa. Incluso la digital que ahora penetra en nuestros hogares gracias a un extraño aparato que, como casi todo, tenemos que comprar, incluido el Diario. Sin embargo, ayer no me confundió el tacto de la mano de quienes, en principio, eran desconocidos. Eran las palabras, las yemas aterciopeladas, un poco antiguas, pero reales, por fin, de Heredia, Ángeles, Juanito, Álvaro, Domi, Ramón Ángel y Paco (estos tres últimos conocidos). Les decimos los jubilados, las jubiladas, pero son la memoria que es algo más intangible, pero necesario. Hoy se reivindica la memoria, el origen. A todos los demás los veía a de vez en cuando. Es decir, casi todos. A otros y otras ya nunca más les podré tocar, acariciar: Paco Pons, Pilar Casado, Paco... y otros que mi memoria no alcanza se marcharon para siempre. Otras y otros están lejos: Maite, Nicanor... Y tan cerca. Gracias, Camino, por hacer que ayer estuviéramos tan pegados, juntos y revueltos, como si se tratara de fabricar/producir un titular de última hora. Son las noticias que mejor se dan. Somos muchas y muchos los que hemos tenido la suerte de tocar el centenario, ¡quién nos lo iba a decir! Ni siquiera somos accionistas. Pero hemos llegado a los cien años. Por san Blas, la cigüeña verás...; por San Blas, una horica más. El refranero pronostica mejores tiempos después del crudo invierno. El Diario de León cumplió cien años tal que ayer, un día de San Blas de 2006. Y hoy, cien años y un día. Y esto no es una condena. Con cien años, paradoja, es un periódico menos carca de lo que nació. Y más conservador de lo que cualquier joven que se precie y quiera cambiar el mundo quiera imaginar. Al Diario, cien años después, ya nadie le vocea en las esquinas, le busca y escudriña en la Internet.