Cerrar
Publicado por
PANCHO PURROY
León

Creado:

Actualizado:

AUNQUE el invierno arree coletazos, una serie de aves indican la cercanía de la primavera con su comportamiento reproductor. Cada ambiente tiene un heraldo canoro cuyas estrofas preludian el calor y el verde de la estación que se acerca. En los jardines urbanos, el primero que entra en celo es el mirlo, conocido por su plumaje negro y pico amarillo. Sus silbidos, de mañanita, acompañan el paso raudo de los empleados camino del trabajo. Un poco más tarde, si el sol calienta los frutillos violáceos del aligustre japonés, suena el concierto melodioso de las currucas capirotadas, grises pajarillos de boina negra, que, cuando echen hoja las paleras, se marcharán a anidar en los sotos. En Tierra de Campos, volando cielo arriba desde el rastrojo mientras canta pico a viento, aparece la silueta parda de la alondra, prodigio musical símbolo del enamoramiento. Si paseamos por La Cepeda, un pájaro grandote, de tono perla y pecho moteado, emite silbos cristalinos encaramado al pino más talludo. Es el zorzal charlo, consumidor de frutos de muérdago en los viejos chopos del Tuerto. Por el huerto, repleto de yerba pajarera y paniquesitos, el verdecillo revolea tipo murciélago y canta como si friese patatas, animado por el crotoreo de las cigüeñas en la espadaña. En los riscos de Anciles y los cortados de Caín, los buitres leonados están en plena incubación. Desde Navidad, el ulular potente del búho real aterroriza a conejos y gatos cimarrones en las encinas y escobios del Bierzo, por ejemplo en Peña Rubia; Malpaso y la solana de Gistredo. Por la tabla de San Marcos, indiferentes a los jubilados que pasean las márgenes del Bernesga, los machos de azulón, curros de lustrosa cabeza verde, copulan con las parduscas patas que, pronto, harán su nido de plumón en los pajonales de la ribera. Festejos carnavaleros llevarán a la sociedad humana algo de las pasiones amatorias que ya calientan el comportamiento de nuestros amigos emplumados. Se nota el hálito primaveral.