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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LOS QUE auguran catástrofes, que siempre aciertan, dicen que el próximo conflicto bélico a escala mundial será entre el Islam y Occidente, así en bloque. Una guerra de religiones, un combate de revancha de las Cruzadas o una lucha por los bidones de petróleo. No arriesgan demasiado los arúspices, ya que la humanidad no ha aprendido aún a vivir sin matarse. «Hola, muertecitos de la próxima guerra». Así saludaba Jean Cocteau a los niños de París que alborotaban por las aceras. Se necesita al primer difunto precipitado de la que será con muchas probabilidades la última guerra mundial. Eligieron a un ciudadano alemán al que secuestraron en un hotel de la «casbah» de Nablus los airados milicianos de Cisjordania. Por fortuna, fue liberado y see privó de ser un pionero. Muchos cooperantes europeos han abandonado la Franja de Gaza, donde se decretaba el estado de máxima alerta. Las burlas a Mahoma han cabreado a los seguidores del Profeta. Tienen tan escasa gracia como las que se le hacen a Jesús de Nazaret o a Buda, sin tener ninguna confianza con ellos, pero sobre todo son innecesarias. Ya dijo Amiel que la ironía sirve para todo y no basta para nada. Europa, que suele llamar Eurabia Oriana Fallaci, se debate sobre los límites de la libertad de expresión y el respeto a las creencias. Un notable contingente de seres humanos no se resigna a su desaparición. La puerta de la esperanza debe seguir abierta para el que quiera entrar. Y sobre todo no hay que pintar en ella letreros que ofendan a sus moradores. No conduce a nada bueno.