Usted no es Fungairiño

PLANTEEMOS una hipótesis. Usted se pasa la vida criticando a su jefe; no le informa de su trabajo, no le alerta de situaciones de riesgo, incumple permanentemente las circulares que le envía, encabeza una rebelión, oculta pruebas y denuncia a sus compañeros. ¿Qué cree que le puede pasar? Pues que si es usted, se va a la calle. Despido procedente y para casa a ver «Informe semanal». Pero si en vez de ser usted es, por poner un ejemplo y sin señalar a nadie, Eduardo Fungairiño Bringas, pues en vez de irse a la calle se va de director general a otra empresa del mismo grupo. Eso es lo que, en resumen, le ha ocurrido al fiscal de la Audiencia Nacional. Que después de una carrera plagada de incidentes, ahora se lo llevan a otro cargo y además le adjuntan un puesto de confianza. Debe de ser para que no se moleste mucho, no sea que se nos enfade otra vez y vuelva a hacer de las suyas. Y que tampoco se molesten los mediáticos rojigualdas que después no hay quien los aguante. Hace ya tiempo que Fungairiño debía de estar fuera de la carrera judicial. Por respeto a los demócratas de este país, que somos unos cuantos. Tenía que estar en la calle un fiscal que, entre otras cosas, con sus silencios e incumplimientos ha puesto en grave peligro la seguridad del Estado, que es la suya y la mía. En cualquier otro país el fiscal de la furgoneta estaría a estas horas dedicado a ver documentales de la BBC que, además se da la circunstancia que es lo que realmente le gusta. Por eso, quienes ahora nos vienen hablando de injusticias, quiebra de los principios de legalidad, politización, y entrega de cabezas, deberían de decirnos qué hemos de hacer entonces con quien utilizó el cargo para cometer todo tipo de abusos, tropelías y desmanes. Y decirnos también si a usted lo tratarían igual que a él. Aunque usted no sea Fungairiño. Afortunadamente.