Mejor en grupo

HAY QUE reconocer que los islamistas saben indignarse mejor que nadie. Además, cuando la ira es colectiva se da la curiosa circunstancia de que su suma es muy superior a la que produciría el conjunto de los sumandos. Un europeo abatido por una catástrofe se sume en el desconsuelo, pero el mismo terremoto, quiero decir sus mismos desoladores efectos, da mucho más juego en televisión si ocurre en uno de esos países donde las mujeres visten de previsor luto y los hombres tienen barba, que es requisito indispensable para poder mesársela. Los llantos y los alaridos son verdaderamente espectaculares, pero no son quizá una medida del dolor. Nuestra civilización cree que es un mérito la mesura, tanto en la alegría como en el desconsuelo. No es improbable que hayamos progresado más en hipocresía. Salvo en las manifestaciones y en los partidos de fútbol, tratamos siempre de sujetar las reacciones, pero acaso debiéramos fomentar nuestra capacidad de agrupación y eso sólo se da en determinadas situaciones. Por ejemplo, el registro central de maltratadores controla ya a más de 140.000 personas o asimilados. Los que también han sabido unirse son los mafiosos rusos, que están pasando una agradable temporada en España. Las fuerzas de Seguridad han detectado 34 organizaciones que se dedican a la venta de drogas y al blanqueo de dinero. Hay quien cree que la unión hace la debilidad, ya que las colectividades encrespadas siempre muestran una gran preferencia por los incendios para que conste su malestar. Lo cierto es que nunca se sabe cómo acertar. Cada uno es cada uno y a veces todos juntos llegamos a no ser nadie.