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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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EL «BARÓMETRO de invierno» de Sondaxe tiene dos lecturas para el PP de Galicia. Una, negativa: por primera vez es superado por el PSOE en intención de voto en esta comunidad. Es la consecuencia probable de tres circunstancias: la alta valoración de Zapatero; el beneficio que obtiene personalmente Pérez Touriño como presidente, y el vacío que ha dejado don Manuel Fraga. Un cambio de dirección requiere un tiempo de acomodación y de conocimiento del nuevo líder. Sobre todo, cuando el anterior apenas ha dejado al sucesor espacio para el lucimiento. La lectura positiva es que Alberto Núñez Feijóo es considerado como «el hombre adecuado» para dirigir la derecha. De poco le habría servido la brillante victoria que obtuvo en el congreso del partido, si el conjunto de la sociedad mostrase síntomas de rechazo. Este primer sondeo desde su elección como sucesor de Fraga tiene el valor de su confirmación social. Cuestión distinta, y muy distinta, es que consiga devolver al PP a la Xunta. Depende más de las quiebras de la actual coalición PSOE-BNG que de sus propios méritos. De momento, Núñez Feijóo se encuentra con un desafío: encontrar su propio estilo. Por ser el último en llegar a una «baronía» del PP, es la gran incógnita. No tenemos más diagnósticos que sus primeras declaraciones y gestos. Pero apunta bien. Por su tono, hay que encuadrarlo en el sector moderado, por no usar el tópico de centrista. Nada que ver con el tono desabrido y negativo de un Zaplana o un Acebes. Culto, técnicamente preparado, no entiende a su partido como un grupo de choque contra el poder, sino como una estructura que tiene algo que aportar a la sociedad. Suena bien. Por esa razón, ha querido retratarse con Anxo Quintana, una imagen que horrorizó a la derecha madrileña, que ve en los independentistas la encarnación de los males de la patria. Habla con Touriño con la normalidad y sin caer en la descalificación que tanto gusta en otras alas de su partido. Y tiene un mérito que se terminará valorando: no sólo critica, como corresponde a un oponente, sino que hace propuestas. Es decir, trabaja como alternativa de gobierno. En su última declaración ha dicho: «Galicia y España se pueden gobernar con pactos puntuales con los nacionalistas». Quiso el destino que esa entrevista se publicase el mismo día en que Josep Piqué pide a su partido que deje de acosar a los nacionalistas. ¿Está naciendo una corriente menos radical en la derecha española? Es pronto para decirlo. Lo que está claro es que cuando el PP vive en lugares donde hay nacionalismos (Galicia, Cataluña) tiende a entenderse con ellos. Cuando se aísla en sus torres de marfil de la calle Génova, no entiende lo que pasa en este país.

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