La Otan... con fondo islamista

LA REUNIÓN informal de la OTAN en Taormina (Sicilia) estaba prevista hace meses, pero el agravamiento de la situación en Afganistán y la crisis de las viñetas le han dado un interés adicional que aumenta con un hecho sin precedentes: la presencia del ministro israelí de Defensa, Saul Mofaz. Es verdad que la Alianza sugirió ampliar la segunda fase de sus deliberaciones a la orilla sur del Mediterráneo, lo que explica la llegada de varios ministros árabes, todos de gobiernos en muy buenos términos con Washington, pero no se había preanunciado que Mofaz, un general en la reserva y ahora político en auge en Israel sería invitado. Así se producirá un hecho insólito: la presencia del ministro de Defensa de un Estado no reconocido por otros varios (Marruecos, Argelia o Túnez) en el contexto de la emoción suscitada por el asunto de las caricaturas de Mahoma y, más al fondo, la cuestión candente de cómo mantener y ampliar la operación Otan en Afganistán. Lo de Taormina permite una cierta visualización de la tesis de José María Aznar, expuesta en Washington, según la cual Israel debería entrar en la Otan sin más para unirse al esfuerzo contra lo que él identifica como enemigo principal: el terrorismo de inspiración islamista. Técnicamente el ingreso podría basarse en los criterios oficializados en su día en la cumbre de Praga, hace cuatro años, que definió la llamada nueva Otan, la posibilidad de lanzar operaciones «fuera de zona». Afganistán, que no figuraba entre las preocupaciones de los fundadores de la Alianza lo explica todo. Los norteamericanos lanzaron la operación Libertad Duradera y echaron a los talibán, pero la inestabilidad sigue (1.800 muertos el año pasado) y la Otan, a través de la fuerza de asistencia internacional a la seguridad, acudió¿ pero con un mando distinto que Washington quiere ahora unificar para traspasar de hecho el conjunto a la Alianza. La nueva OTAN se deja ver y tiende hacia lo que los norteamericanos proponen: a falta del enemigo ancestral, el comunismo soviético evaporado, hay que redefinir y refinanciar.