Diario de León

SIETE DÍAS

En casa del presidente

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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«¿QUÉ CULPA tengo yo de que el secretario general del PSOE viva en La Moncloa?» La frase es del ministro de Economía, Pedro Solbes, y la pronunció en el transcurso de la reunión que mantuvieron los presidentes autonómicos en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera el pasado miércoles. La reunión había sido convocada para establecer un nuevo reparto en la financiación autonómica. De fondo, el Estatuto de Cataluña y los acuerdos alcanzados entre Rodríguez Zapatero y el convergente catalán Artur Mas. Los populares sostienen que la hipoteca entregada por Zapatero a Cataluña lastra el principio de solidaridad que reclaman las comunidades más pobres. Solbes desligó su propuesta del pacto del Estatut, que circunscribió al ámbito estricto de dos partidos, PSOE y CIU, y no a la acción de Gobierno. Cuando alguien le recordó al ministro que el pacto se había negociado en La Moncloa, fue cuando Solbes contestó que él no tenía la culpa de que el «secretario general del PSOE» ocupara ahora ese palacio como vivienda particular. Lo anterior fue desvelado por Mariano Rajoy el pasado viernes en el mitin que ofreció en el Auditorio de León. Con esta visita, el líder del PP contribuía a la campaña de recogida de firmas en contra del Estatuto catalán. O en favor de un referéndum para que sea toda España la que se pronuncie sobre la ley que finalmente se apruebe y no solamente los ciudadanos de Cataluña. Ambas cuestiones vienen a ser lo mismo. El asunto de la financiación no es cuestión baladí visto desde León. Los políticos no están contribuyendo mucho a que los ciudadanos conozcan la realidad de las propuestas, pero sí que aciertan a entender que cuando unos ganan, algunos pierden. Y este pensamiento tan simple, que no simplista ni tonto, es lo que crea desasosiego. Así que es lógico que lo utilice el PP como ariete para desgastar al PSOE y que, a su vez, los socialistas reiteren que todos ganan o que, al menos, nadie pierde. Juan Vicente Herrera ya expresó también en el Auditorio que no compartía la oferta. No nos vale eso de que algunos van a ganar, pero nadie va a perder -vino a decir-, porque todos queremos ganar; Castilla y León, también. Es el mismo principio que utiliza cuando se le pregunta por el reparto de los fondos de cohesión adicionales, los 900 millones previstos para las provincias de León, Zamora, Salamanca y Avila. Herrera sabe que el destino son las cuatro provincias, porque los fondos son europeos y han de venir consignados para proyectos concretos. Sin embargo, no quiere desairar al resto, así que su respuesta es simple y poco práctica. Responde el presidente de la Junta que es preciso que haya más fondos, dinero suficiente para poder atender a todas las provincias, «en función de sus necesidades». Todavía no ha contestado a la segunda pregunta: «Pero si al final no hubiera más fondos y hubiera que repartir sólo los 900 millones, ¿entrarían en el reparto Valladolid y Burgos, que han alcanzado una renta per-cápita por encima de la media europea? Doble contra sencillo, a que no hay respuesta. Las discrepancias están en los criterios que se apliquen. Las comunidades autonómicas más ricas se olvidan de que han prosperado en gran medida porque han utilizado durante años a coste cero los recursos, tanto humanos como materiales, de las autonomías empobrecidas. Reclaman, por lo tanto, que el reparto de los fondos estatales se realice en función del Producto Interior Bruto de cada región, de la riqueza que generan. Quien más tiene y acumula, por lo tanto, una mayor aportación de impuestos, ha de recibir más. Las regiones pobres, con menguados recursos, ni siquiera tendrán para atender las necesidades sociales de una población envejecida y formada, en parte, por emigrantes retornados, personas que durante años contribuyeron con su esfuerzo a la prosperidad de quienes ahora niegan la aplicación del principio de solidaridad. Este debate quedó un tanto relegado en el mitin, sin embargo, al haberse producido pocas horas antes una noticia de gran importancia: Zapatero anunció solemnemente su convencimiento de que el final de ETA está cerca. Los populares se pusieron de los nervios. No se explica de otra forma los insultos vertidos contra el presidente del Gobierno. Hasta Rajoy, tan comedido y educado, llamó mentiroso e incapaz a Zapatero. Mentiroso por haber dicho que el PP utiliza el terrorismo como arma partidista o para la confrontación política, cuando en España al menos este ha sido un aspecto que siempre ha suscitado la más alta colaboración entre los partidos. La diatriba fue subiendo de tono y tras acusar a Zapatero de entenderse mejor con la ilegalizada Batasuna que con el PP, puso la guinda a la descalificación personal: «Tenemos al frente del Gobierno a alguien que no está capacitado para ello». La verdad es que el insulto sonó extraño, por venir de Rajoy y por el lugar. Resulta un tanto violento que alguien insulte en su propia casa a un paisano por un quítame allá unos votos. En fin, seguramente es que uno no entiende de estrategias políticas y tampoco sabe diferenciar entre la ambición de poder y la cortesía. Donde sí existió cortesía fue entre Isabel Carrasco y Mario Amilivia, ambos participantes en el mismo mitin. A Isabel Carrasco le correspondió detallar incumplimientos del PSOE, como el plan del carbón y el nonato Inteco, mientras que Amilivia aprovechó la ocasión para manifestarse una vez más como un hombre del partido y expresar su compromiso en la tarea legítima de intentar derrotar al PSOE en León. Existe interés por cerrar el capítulo de las desavenencias lo antes posible. Todo parece indicar que ya no hay motivos para lo contrario. Amilivia es consciente de que es un punto de referencia del PP en cualquier confrontación electoral y otros han concluido que un compromiso de reparto a tiempo es la mejor garantía de supervivencia. Después de todo, en los naufragios las muertes suelen ser colectivas.

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