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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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UN SOLO asesinato produce a veces un millón de víctimas. Cuando ETA mató hace diez años a Francisco Tomás y Valiente en su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid, un grupo de alumnos sumergió sus manos en yeso para mostrar a los terroristas las palmas blancas, como un alarido de paz. Ese gesto espontáneo se hizo colectivo y la sociedad española se apropió del duelo, haciéndolo suyo, y salió a la calle alzando manos blancas, en un silencio estremecedor. El entorno familiar de la víctima vivía su desgarrado dolor con la entereza que siempre había predicado Tomás y Valiente. Ayer pronunció unas palabras su hijo en el Tribunal Constitucional, del que su padre fue presidente, y recordó una frase, admirable consigna moral, que susurró en el funeral a los hijos de José Broseta, asesinado por ETA tres años: «No odiéis, y el recuerdo de vuestro padre os hará sonreír». Cuando un terrorista llamado Ion Bienzobas subió unas escaleras de la Autónoma, abrió la puerta entornada del despacho de Tomás y Valiente y le descerrajo unos tiros, el muerto fue uno solo, pero las víctimas fuimos todos. Un millón de personas por las calles de Madrid celebraron con manos blancas de paz ansiada y exigida un dolor intenso, multitudinariamente expresado, pero recogido, muy íntimo. Que el recuerdo de Francisco Tomás nos haga sonreír. Y allí estaban ayer, en el Tribunal Constitucional, el presidente Rodríguez Zapatero, el del Senado, el ministro de Justicia, el alcalde Ruiz-Gallardón... para rendir un homenaje de aniversario a quien nos convirtió, con su muerte, en víctimas. Diez años después de este asesinato viene a la memoria el recuerdo de un hombre al que probablemente es más fácil ofender que herir. Felipe González, amigo íntimo de este jurista de máximo prestigio, de humanidad sensible y acogedora, sintió su muerte con un dolor tan hondo que sólo pudo disimular inmovilizando su rostro de filósofo tagalo. Pero una frase de José María Aznar en la manifestación, intentado rebañar a la circunstancia una tajadilla política, hirió a González en el alma, aunque se niegue a confesarlo. En el Congreso de Víctimas del Terrorismo los congresistas han sido víctimas asociadas, familiares muy cercanos a los asesinados por el terrorismo, o supervivientes a acciones terroristas. Y sólo cabe decir en la distancia que una mayoría de españoles, cuando se leen los nombres de quienes no pasan ya lista -Miguel Ángel Blanco, Pagazaurtundua, Buesa, coronel Suso, Enrique Casas... hasta mil o muy cerca de mil- se considera víctima, porque a la sociedad en la que vive le ha ido arrebatando una banda de asesinos piezas humanas extraordinariamente valiosas.

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