Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

La troica del PP

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LOS COLUMNISTAS de este periódico coincidieron ayer en el análisis sobre la tormentosa oposición que está llevando a cabo el Partido Popular. Tormentosa e incendiaria. La troica azul que encabezan Mariano Rajoy, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, acompañados frecuentemente por el novillero Pujalte, que tienen como empresario a José María Aznar, durante los últimos días están batiendo todos los records de despropósitos que se han conocido durante la etapa democrática en el ruedo de la política nacional. Por tres razones: la primera, porque han escorado al Partido Popular hacia posiciones de extrema derecha; la segunda, porque están llevando la labor de oposición más absurda de la que se tiene constancia, plagada de insultos y descalificaciones hacia el presidente del Gobierno y su partido, que están donde están, no se olvide, por el voto de la mayoría de los españoles, a los que indirectamente también insultan. Y la tercera, porque decir «no» a todo, incluyendo la posible desaparición del terrorismo en España, sólo puede calificarse como demencial. Propio de paranoicos. Ya se sabe que Eduardo Zaplana, tras su paso por la Generalitat valenciana y la multitud de escándalos económicos que tiene sin aclarar, es el menos indicado para dar lecciones de moral a nadie. De la misma manera, Ángel Acebes, el más incompetente ministro de Interior de la democracia, bajo cuyo mandato se produjo el mayor atentado terrorista, organizado casi delante de sus narices, no es ningún experto en el que confiar. Pero la gran decepción se ha producido con Mariano Rajoy, del que se esperaba otra cosa. Yo mismo creí en sus dotes de negociador, tolerante y respetuoso. Me equivoqué. De sus labios han salido no menos de quince insultos al presidente del Gobierno. El insulto está reñido con la política. O debía estarlo. Ahora ya sé por qué el dedazo de Aznar le señaló como sucesor. De entre los tres candidatos posibles, Mariano Rajoy era el más manejable. Era e l que se prestaba a seguir a ciegas las directrices de su jefe, que lo sigue siendo. ¿Se habría prestado a ello Rodrigo Rato, por ejemplo?. Evidentemente, no. El Partido Popular está metido ya en una deriva irremediable de tierra quemada. Encendió la tea al día siguiente de perder las elecciones, y cada vez atiza más el fuego. No consta en la historia democrática de este país, ni en ninguno otro de Europa, mayor ferocidad opositora. Dejarretan incluso lo que ellos mismos hicieron. Sus dirigentes, además de no otorgar siquiera una semana de tregua, han optado por ejercer como «mister no». Han destruido todos los puentes posibles con el Gobierno y el resto de los partidos del arco parlamentario. Por decirlo con palabras del comentarista deportivo y conductor de los Guiñol, Michael Robinson, se han quedado «más sólos que la una». Es también una deriva en la que todas las discrepencias internas se van a resolver disciplinariamente. Cada vez hay menos si tio para la discrepancia democrática. Pero, por otro lado, esta misma deriva está dejando completamente vacío el espacio político de centro derecha. Un espacio que otra formación política podría ocupar y aprovechar.

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