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Publicado por
León

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SIN EL menor cuidado, las relaciones políticas se han deslizado hacia el desafuero, el insulto carente de argumentos y la animosidad más inflamada, mucho más próxima a la enemistad que a la tolerancia. Y se juega con los sentimientos colectivos con una ligereza culpable y degradante. Sin duda, todos los ciudadanos nos percatamos de esta negativa evolución del ejercicio político -que todos intuyen que no es precisamente eso-, aunque probablemente no habrá ni mucho menos unanimidad a la hora de señalar responsables. En realidad, no hace falta: cuando se produce una degeneración de esta magnitud, existe siempre una culpa general y colectiva, una decadencia genérica y difusa que es la que en primer término tendríamos que identificar y combatir.

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