Preparativos

LA PALOMA de la paz ha contraído la gripe aviar. Si llega a nuestra ventana o a cualquier otra que esté abierta, hay motivos para temer que sea portadora del terrible virus bélico que desde siempre ha padecido este planeta donde pasamos una breve temporada y luego nos ausentamos sin dejar señas. La paloma ha tenido suerte con el Espíritu Santo y con Picasso, ya que queda muy bien como símbolo. Mucho mejor que haciendo sus corrosivas deposiciones en los parques o en los levitones de bronce de los próceres más elocuentes y en las charreteras de los generales más aplicados. No se van a librar ahora del virus cuyo carné de identidad es H5NI. Pero el verdadero virus que había que frenar, al mismo tiempo, es el que propaga la peste de la guerra. Al buen deseo de la Alianza de Civilizaciones se ha unido el de la alianza de destrucciones y todo son preparativos. Francia acusa a Irán de desarrollar un programa de festejos nuclear en secreto. Venezuela proyecta dar instrucción militar a dos millones de reservistas. Se trata de militarizar a los civiles, cuestión que según don Unamuno no es menos ardua de lo que era, en su época, la de civilizar a los militares. Claro que lo desterró a Fuerteventura uno de alta graduación. Eso tan repetido de que si se quiere la paz hay que preparar la guerra es mentira. Si se quiere la paz hay que preparar la paz y si se quiere la guerra hay que adiestrarse para ella y, sobre todo, hay que disponer las cosas para que siempre mueran los mismos. Después nunca faltará un político de buenos sentimientos que proponga hacerle un monumento a la viuda del soldado desconocido.