Esperanza

CINCO días en la Feria Europea de Teatro para Niños (Feten) de Gijón: alrededor de treinta funciones apuradas en sesiones que empiezan a primera hora de la mañana y terminan después de la medianoche, encuentros entre profesionales, presentaciones, debates, reuniones, incesantes charlas sobre los problemas del teatro, opiniones iluminadas con unas sidras y unas fabes... Una semana intensa en la cita más importante de la escena infantil del país que, desde hace quince años, reúne a cientos de actores, directores y programadores en la capital asturiana para mover las cada día más importantes programaciones dirigidas al público más pequeño, en el que todos depositamos nuestras esperanzas de futuro. El teatro infantil ha dejado de ser en los últimos años una actividad puntual con la que una compañía podía salvar un año malo mediante el reciclado de materiales. Actualmente, decenas de formaciones se han especializado en este terreno, se han organizado en asociaciones tan serias como Teveo o Assitej y actualizado los lenguajes y las puestas en escena, avanzando en propuestas novedosas como los trabajos dirigidos a bebés o los de danza contemporánea. Recuperar o incentivar la asistencia al teatro de los adultos es algo complejo, caro y de resultados desiguales. Por eso muchos entendemos que sólo trabajando con el público más joven podemos garantizar (o al menos intentarlo) que las salas tengan espectadores mañana, aunque para ello tengamos que competir contra el todopoderoso audiovisual. Los niños son la única esperanza para el teatro.