Diario de León

DESDE LA CORTE

Nos niegan la serenidad

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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COMO todos los miércoles, las preguntas de Mariano Rajoy caían como espadas sobre los escaños del Congreso. El líder del PP necesitaba saber lo que queremos saber todos: si habrá negociación con ETA, y si se aceptará para las conversaciones el tema de la autodeterminación del País Vasco. La pregunta no tenía por qué irritar el presidente del gobierno. Era elemental y oportuna, después del comunicado de la banda terrorista que ponía dos condiciones para hablar: la territorialidad (incorporación de Navarra a Euskadi) y precisamente la autodeterminación. En un país normal, el líder la oposición ni siquiera tendría que hacer esa pregunta: estaría previamente informado de la línea roja que el gobierno no quiere ni puede traspasar. Digo más: ambos partidos serían firmantes de la resolución parlamentaria que autoriza a ese diálogo. Y añado: no se daría un solo paso sin consentimiento mutuo. Pero las cosas son como son, y ayer hemos visto escenificarse la desconfianza. Rajoy tuvo que preguntar así, el presidente respondió con un «no» lógico y escueto, y dejó también en el aire, como otra espada, la gran duda: cuál es la intencionalidad del líder del PP al plantear esa cuestión fundamental. ¡Qué triste! No aplaudo, ustedes lo saben, la estrategia del PP ante la tragedia terrorista. Tiene actuaciones arriesgadas y censurables, como convertir el terrorismo en argumento de contienda electoral; transmitir la impresión de que pa rece que desean la vuelta de los atentados con víctimas; engañar a la opinión ciudadana sobre los presos etarras y las excarcelaciones, o utilizar a las pobres víctimas del terrorismo como piedra de ataque al poder. Todo eso es lamentable y también estoy convencido de que, cuando este país recupere la serenidad y la normalidad, pasará factura al Partido Popular. Jugar con los sentimientos y explotarlos de forma partidista nunca ha salido ni puede salir gratis. Ahora bien: tampoco el presidente puede gobernar sobre la desconfianza. No puede seguir escudado tras la sospecha de que le preguntan con aviesas intenciones. Aunque fuese así, aunque cada pregunta fuese una trampa, tiene que tragarse su irritación. Contribuir a la serenidad, cuando tantos apoyos va a necesitar, es algo que entra en su sueldo de gobernante. No acude a la sesión de control sólo a recibir los aplausos de sus diputados. Acude a demostrar que gobierna con sentido y a contar las claves de su política. Preguntar por su actitud ante las demandas de autodeterminación, es lo menos que se puede esperar de Rajoy. Y responder con normalidad y serenidad es lo menos que podemos esperar de quien rige los destinos la nación. Bueno, pues ayer se respondió. Pero se nos negó la serenidad.

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