Cambio de doctrina

SÓLO quienes tienen un criterio pueden variar de criterio, cosa que le está vedada a los que se aferran al suyo en la honrada creencia de que están en lo cierto. Rectificar es de sabios, se suele decir, pero también puede ser patrimonio de los ignorantes, si cambian y salen perdiendo en el cambio. Creo que el Supremo no se equivoca al adoptar una nueva doctrina de jurisprudencia que impida que se fundan y junten las penas de los asesinos. No se pueden sumar cantidades heterogéneas y una cosa son los años y otra los muertos. La Justicia es de linaje divino, pero los jueces son humanos, demasiado humanos a veces, por eso siempre ha habido gente que no le ha temido a su conciencia, sino a la de ellos. Giulio Andreotti reconoció que en la carrera de la imparcialidad siempre había que quedarse a medio camino. El Ministerio de Justicia también ha incluido nuevas reglas para evitar los llamados «matrimonios de conveniencia» en España. Tiene que estar en todo. Lo mismo para ocuparse de quienes acaban con la vida de otras personas que para regir las normas de los que quieren unir sus vidas. La institución matrimonial se ha visto muy robustecida en los últimos tiempos, casi en la misma proporción que el cultivo de los fresones, por los emigrantes. Les gusta casarse. No tienen el menor miedo a contraer el terrible vínculo, ya que saben que al mismo tiempo contraen la nacionalidad española, que en estos momentos también es una enfermedad de pronóstico reservado. Se enamoran mucho españoles y extranjeros. El ciego que apunta y atina, «caduco Dios y rapaz», ya no tiene que hacer puntería. Al contrario que los asesinos.