Impuesto revolucionario a la Diputación

EL AYUNTAMIENTO de León, con su corregidor Mario Amilivia a la cabeza, todavía no ha explicado cómo es posible que los comerciantes de la plaza de la Inmaculada «adivinaran» el resultado del concurso para la adjudicación y explotación del parking. Tampoco ha explicado el motivo de la obcecación por construirlo, cuando se va a contar, en un futuro inmediato, con otro de 500 plazas, casi a tiro de piedra, en las antiguas cocheras de la empresa Fernández. Son las dos principales interrogaciones que quedan por responder en un asunto que, desde el principio, se ha presentado sin transparencia y de forma muy sospechosa. Los grupos que se oponen a la construcción del aparcamiento subterráneo de la plaza de la Inmaculada han anunciado que continuarán su batalla, con todas las consecuencias, en los tribunales. Queda, pues, un tour de force dilatado. Tanto, que el párking de la plaza de la Inmaculada puede convertirse en el gran socavón que se trague a este equipo de gobierno municipal. Por el contrario, devolver al desván de los proyectos la construcción del párking de la plaza de las Cortes parece un acierto. Esta plaza lo que necesita es una actuación urgente para que deje de se una de las más feas y decadentes de la ciudad. El Ayuntamiento apuesta por construir dicho párking en el solar propiedad de la Diputación Provincial, en la calle Santa Nonia. Lo que resulta incomprensible es que el Consistorio leonés quiera cobrar a la Diputación Provincial una especie de impuesto revolucionario por la construcción de dicho aparcamiento y de las viviendas que le correspondan. Más incomprensible aún después de que, gracias a la Diputación, el Auyuntamiento de León ha dispuesto de un servicio en ese solar que ha descongestionado de coches el centro de la ciudad. Ya se sabe que el Ayuntamiento de León tine tendencia a meter la mano en las arcas de la Diputación en cuanto ésta se descuida. La Diputación no tiene ninguna obligación con el Ayuntamiento de la capital. Está al servicio de los municipios de menos de 20.000 habitantes y su presidente es el alcalde de todos los alcaldes que se ajustan a la premisa. Todo lo que ayuntamientos como los de León, Ponferrada y San Andrés del Rabanedo le quiten a la Diputación Provincial, se lo están quitando a los ayuntamientos medianos y pequeños y, por ende, a la provincia leonesa en su conjunto. Por lo tanto, no es de recibo ni sostenible la pretensión del Ayuntamiento de León de que, a cambio del derecho de edificación en el solar de Santa Nonia, la Diputación le condone la deuda municipal con el Consorcio del Aeropuerto de León. Lo que tiene que hacer el Ayuntamiento de León es pagar de una vez esa deuda de más de tres millones de euros y dejar de buscar subterfugios para eludir esa obligación. Pero es tiempo de carnaval. De máscaras. Hace un frío intenso y Benigno Castro estimuló ayer con su pregón a los bañezanos para el calor de la fiesta. La Cultural, para no perder la costumbre, cayó derrotada en Durango (3-1), pese a la inferioridad numérica vasca. El Ayuntamiento de León, sin embargo, saca dinero hasta debajo de las piedras para sostener la ruina futbolística, mientras ejece de moroso solemne en proyectos de altos vuelos. ¡Vivan las máscaras!.