EN BLANCO
Libertad y mercado
EN CHINA aumentan los problemas internos por la ausencia de libertades públicas a una velocidad inferior a la de su crecimiento económico anual, pero aumentan. Y esta subida lenta pero constante se traduce en huelgas de hambre de cientos de disidentes que protestan en sus casas o en sus centros de trabajo contra la creciente represión que sufren los militantes de los derechos humanos, principalmente abogados y periodistas. La fábrica del mundo globalizado se abre a los mercados internacionales y a las reglas del comercio, pero empuja sus puertas con fuerza para que no las traspasen las exigencias elementales del albedrío humano. La apuesta está en saber por cuánto tiempo mantendrá cerrados los postigos el régimen comunista frente al empuje de los contrarios, que quieren abrirlos de par en par para establecer una democracia política con todos sus atributos: elecciones libres, libertad de prensa y de opinión, y separación de poderes. Para que esto ocurra será necesaria la colaboración de los países democráticos, que hasta ahora prefieren que sus empresas hagan negocios con el gigante chino antes que defender las libertades de esos ciudadanos. La Global Online Freedon Act establecerá como premisa fundamental la prohibición de ofrecer servicios censurados en terceros países. Compañías como las llamadas en causa al Capitolio no podrán ubicar sus servidores dentro de territorio de países que como China, Irán o Vietnam mantengan restricciones de acceso a Internet. Y otros como Cuba, Arabia Saudí y diez más, calificados de «restrictivos», serán sometidos a evaluaciones anuales. ¡Que bien!