Diario de León

TRIBUNA

La osadía de la ignorancia

Publicado por
M.ª ÁNGELES FERNÁNDEZ GORDÓN
León

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DICEN por estas benditas tierras nuestras que «nada hay más atrevido que la ignorancia». Y es que la ignorancia es fuente de error, y cuando el error se toma verdad, la propia equivocación se defiende con ardor y sin rubor. Salustiano de Castro, en su artículo del pasado 5 de febrero, nos presenta, a modo de popurrí una serie de argumentos tan arraigados socialmente como infundados racionalmente. Su desvergüenza prefiero atribuirla a la ignorancia; de otro modo sería perversidad y mala intención. El título del artículo ya deja claro, desde el inicio, el tono descalificante que se propone verter en toda su argumentación. Con todo, no preocupa el tono sino la pobreza de argumentos. El primero que esgrime don Salustiano hace referencia al acceso a la docencia y la designación de los profesores de Religión por parte de los obispos. Intencionadamente habla del Episcopado y acalla otros responsables religiosos de otras confesiones. La designación de los profesores de Religión y Moral católica obedece no a prerrogativas o privilegios históricos, ni tampoco a una concesión del Estado, sino que responde a la petición de los padres que son los que piden una determinada enseñanza religiosa para sus hijos. Son las autoridades religiosas quienes garantizan a los padres que esa educación «confesional» es adecuada. Se trata de una garantía que no es competencia del Gobierno, ni de la Administración educativa, ni de los partidos políticos, ni de los sindicatos, ni de los claustros académicos¿ sólo es competencia de las respectivas autoridades religiosas (los obispos tratándose de la confesión católica). A esta garantía requerida por la petición de los padres, ¿lo llama D. Salustiano «caciquismo»? ¿No será más bien «caciquismo» la atribución de competencias que algunos sindicatos o asociaciones se otorgan y en las que son incompetentes? ¿Le parece que la designación de los profesores de Religión es inconstitucional? ¿Realmente cree que atenta contra la «libertad de cátedra» (art. 20.1d.), de expresión (art. 20.1a.) o la «libertad ideológica, religiosa y de culto» (art. 16.1)? Precisamente en tiempos excluyentes y totalitarios, como los que algunos pretenden instaurar, los artículos mencionados justifican la presencia de la Enseñanza Religiosa en el ámbito escolar. La redundante crítica a la designación de los profesores de Religión por motivos de discriminación resulta tendenciosa y falaz. Atribuir a los obispos una situación discriminatoria respecto a los profesores de Religión es semejante a establecer una relación causal entre don Salustiano y la racha vivida en los últimos años por los jugadores de la Cultural... No negaré que los profesores de Religión vivimos discriminación, y Vd. debería decir públicamente -porque lo sabe- que esa discriminación la sufrimos cuando en algunos Centros -contraviniendo la ley- no se nos convoca a los claustros, cuando somos designados a realizar servicios que nadie quiere en el Centro, cuando se nos denigra en la sala de profesores en nuestra presencia o en nuestra ausencia, o cuando algún colega tira a la papelera, con mofa ante los alumnos, el trabajo realizado en la clase anterior por el profesor de Religión. Eso sí es discriminatorio, don Salustiano, y no se oyen voces de colegas, ni de sindicatos, ni de asociaciones que nos defiendan ante tanto acoso; al contrario, algunas de estas prácticas vejatorias, están alentadas, o cuando menos permitidas, por los que tanto velan -o dicen velar- por los derechos de los trabajadores. Si le extraña, y hasta le irrita, que las autoridades religiosas (también los obispos) garanticen con profesores adecuados la enseñanza religiosa que se imparte, pues extráñese e irrítese. Pero son esas autoridades quienes tienen que responder ante la petición de los padres. Con mentalidad estatalista propugna usted, don Salustiano, que es responsabilidad del Estado hacer respetar los derechos constitucionales de estos profesores. Sin duda es de agradecer su preocupación; sin embargo, mire: los profesores de Religión, en más de 50 años de presencia en la Escuela no nos sentimos abandonados, ni explotados, ni maltratados por parte de los obispos, y sí por colegas como usted que se erige en nuestro defensor cuando busca descaradamente la desaparición de la enseñanza religiosa en la escuela. Esa actitud me resulta insultante. Hace su artículo referencia al «concordato» preconstitucional. Seguramente usted sabe que ya no existe «concordato» sino «acuerdo» firmado en el 78. Dicho acuerdo es, en sentido más propio y no sólo temporal, «pre-constitucional» y también «supra-constitucional». Seguramente tampoco desconoce que el Derecho Internacional es anterior y superior a las legislaciones particulares de un país. El Proyecto de Ley promovido por el Gobierno socialista incumple de forma unilateral los Acuerdos del 78. Sin duda que puede hacerlo, pero la jurisprudencia establece dos vías: que negocie con la otra parte firmante del acuerdo o que denuncie ante la Convención de Viena. Es muy posible que, para usted y otros cuantos colegas, estos procedimientos sean inútiles cuando hay otros «atajos» para conseguir determinados fines. Sin embargo, la realidad es «tozuda» y difícilmente puede enmascararse con intereses tan partidistas. Nunca agradeceremos lo suficiente a los profesores que ayudan a crecer a sus alumnos desde su labor docente, por encima de cuestiones meramente políticas y sectarias.

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