A CAMPANA TAÑIDA
Ecos de Marruecos (2)
HACE dos meses utilicé este título para referir cosas que conocí al formar parte de una delegación de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, que fue invitada por su homónima marroquí. Ahora vuelvo a utilizarlo aprovechando que se cumplen 30 años de la proclamación de la República Arabe Saharaui Democrática, que sigue en el exilio en Argelia. Creo que es interesante contar lo que oí sobre este asunto en el viaje a Marruecos de noviembre de 1999. Al llegar a Rabat fuimos a visitar la tumba de Hassán II, el que organizó la famosa Marcha Verde en otoño de 1975, cuando Franco agonizaba. El coronel que nos recibió en el mausoleo comenzó por el siguiente mítin: «nuestro rey amaba al vuestro como a un hermano, porque nos devolvió nuestro territorio y eso no lo olvidaremos jamás». Obviamente, se refería a lo que en tiempos fue el Sahara español, que se anexionó Marruecos por las buenas sin importarle un bledo los deseos de la población autóctona. Dejemos los amores y desamores del monarca marroquí de lado, porque hoy no es la cuestión, sino que Marruecos se quedó con el Sahara y sus riquísimas minas de fosfatos y no tiene la menor intención de ceder a nadie ese territorio, ni siquiera a los que han celebrado el 30 aniversario de la República Saharahui, ni tampoco hacer el referéndum ordenado por la ONU. Para ambientar la cosa, en una de las visitas que hicimos a organismos oficiales se permitió -o se organizó, vaya usted a saber- una manifestación de una veintena de saharahuis reales o supuestos a la entrada del edificio. Se nos explicó que había en Marruecos plena libertad para reclamar la independencia del Sahara. No se nos obligó a creerlo, menos mal. Al día siguiente tuvimos un encuentro con el presidente de la Cámara Baja de Marruecos, a quien el presidente de nuestra Delegación preguntó, por cortesía, sobre el problema del Sahara. El personaje nos largó un discurso de más de una hora, lo que en tal circunstancia no era sino mala educación. Pero dijo una frase que se me quedó grabada y que hay que citar hoy: «solamente haremos el referéndum -sobre el Sahara- cuando estemos seguros de ganarlo, hacerlo antes sería una estupidez». Esto pensaba Marruecos en 1975, en 1999 y lo sigue pensando hoy. Lo curioso es que si Felipe González apoyó a los saharahuis, Zapatero les ha dado la espalda. ¿Por qué?, ¿Qué le debe a Marruecos para ordenar un giro de 180 grados en lo que siempre fue la postura del Partido Socialista? Recuerdo a algunos, hoy ex procuradores de las Cortes, que siempre andaban con la bandera del Polisario en la solapa, ¿qué dirán ahora? Zapatero nunca se ha dignado explicar tal cambio de chaqueta -Moratinos casi mejor que ni lo intente- pero la cosa da que pensar. Si a eso le unimos la postura siempre claudicante del presidente con Marruecos, el hacer como que hace algo pero no hacer nunca nada, parece que le está pagando un favor, ¿cuál? Y por último, ¿por qué Marruecos retiene en Tetuán y sin cargos a Mohamed Haddad, a quien se relacionó con el 11-M y no le permite volver a España, donde reside su familia? Sabrosas preguntas; el enigma de hoy es: le adularon, le exprimieron y le han dejado tirado. Está perplejo.