Revisionistas

AL PSEUDO historiador británico David Irving le han caído tres años de cárcel, impuestos por un tribunal de Viena, a causa de su empecinamiento en negar la existencia de cámaras de gas en Auschwitz y cuestionar en definitiva el genocidio aplicado por los nazis a los miembros de la molesta raza judía, responsables según su opinión hasta de la muerte de Manolete. A Irving, como no podía ser menos, se le ha quedado cara de tonto, pero sus teorías han calado como lluvia fina entre la extrema derecha europea y en otros paraísos tan lejanos como el ultrareligioso Irán, cuyo presidente se está pensando convocar una convención mundial de revisionistas que pongan a los judíos en general y a Israel en particular como un trapo de cocina. El antisionismo hace extraños compañeros de cama y así piensan ir, cogidos de la mano ideológica, los retromahometanos de Irán con los reaccionarios del mundo entero que, aunque parezca mentira en este mundo vídeovigilado, siguen creyendo que la muerte de seis millones de judíos en los campos de exterminio diseñados por Hitler y compañía es una invención occidental para justificar el nacimiento del Estado de Israel. A otro nivel más casero, también en España han surgido en los últimos tiempos una serie de voces revisionistas en relación a los personajes y circunstancias que rodearon el estallido de la Guerra Civil. Suelen ser aficionados a la lectura que, más o menos documentados, tratan de moldear innegables hechos históricos a su punto de vista personal. En fin, allá ellos con sus fantasías. Y como dicen en Sudamérica, cada cual con su chupete.