Diario de León
Publicado por
María Teresa Rico González
León

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Ya estamos en el siglo XXI, pero, a pesar de los grandes avances tecnológicos, seguimos constatando que los derechos de las mujeres, no vemos que avancen lentamente, sino que sufren un feroz retroceso. El 15% de los jóvenes de la Comunidad piensan que las mujeres son inferiores a los hombres; es la conclusión de un estudio realizado por la Universidad de Valladolid (hace ya algún tiempo). Seguramente en la actualidad el porcentaje sería mayor. Y las nuevas generaciones que viene detrás, chicos y chicas, muy acomodados actualmente, tiene que empezar a arrimar el hombro ya, pues, entre los bajos índices de natalidad, falta de iniciativas, falta de formación, invasión de inmigrantes (de todos los países), en muchos casos bien preparados, su futuro, a medio plazo se presenta incierto y sombrío. Y, según las estadísticas, será peor para las mujeres. No existen seres superiores o inferiores; que vayan delante o detrás. Hay gente útil o inútil; capaz o incapaz: no depende del sexo del ser humano. Pero en nuestra sociedad, la mujer está peor valorada y, cuando consigue llegar a un puesto de responsabilidad, sobre todo político, en muchas ocasiones no van las más decididas o capacitadas (hay ejemplos variados) y seguimos con la etiqueta: mujer = inútil. Y en el terreno empresarial algo falla cuando una encuesta, realizada en varias empresas, con mujeres trabajadores, da como resultado la coincidencia, entre todas, de que preferían un jefe varón. Se supone que, cuando llegaron a puestos directivos, no supieron ejercer debidamente, quizás por un complejo de inferioridad y por tanto exigían a sus empleadas lo que no podían demostrar ellas por su miedo a fallar. Pero, por suerte, hay numerosas mujeres decididas, dinámicas, emprendedoras, preparadas, sin miedos, sin complejos. Para ellas mi aplauso y mi admiración. Pero tenemos la otra cara más triste de la moneda: la mujer oculta, repudiada, ignorada, maltratada, anulada, que es, por desgracia la realidad más abundante en el Planeta. Sigue aumentando el número de mujeres agredidas, muchas veces hasta la muerte, por sus maridos o compañeros, porque piensan que les pertenecen exclusivamente a ellos. Según la ONU, 120.000.000 de mujeres en el mundo, sufren la ablación de sus genitales (aplaudimos al Gobierno de Senegal que inicia una primera protesta contra esta práctica brutal). Desde la fundación Waris Dirie con sede en Viena, se denuncia sin descanso, que esta práctica intolerable existe en muchos países de Europa. El Centro de Libertad Religiosa del Mundo avisa: La «Sharia» ya impone sus leyes radicales del Islam en África y Asia. (La «Sharia» consiste en prohibir cualquier religión que no sea musulmana, muerte por lapidación en caso de adulterio o crueles latigazos públicos en caso de relaciones prematrimoniales, eso sí, sólo a las mujeres). No queremos mujeres soldados, dicen en Arja Dhani (Pakistán) cuando acude el Ejército español con ayuda humanitaria. «Son un problema» y añaden que, para preguntar algo, no se les ocurra dirigirse a las mujeres nativas, sólo a los hombres. En España se está permitiendo la llegada masiva y el asentamiento de familias radicales musulmanas y están consiguiendo implantar sus costumbres aquí. Sus pretensiones y exigencias comprenden la construcción de mezquitas donde aún no las hay; sus mujeres e hijas cubiertas con velo (sin derechos); petición de cierre de piscinas públicas, durante unas horas para que sus mujeres puedan acudir sin ser vistas por varones (magnífico el artículo de Carlos Herrera «La alberca del moro»); clases gratuitas y obligatorias del Islam en colegios públicos, ... En muchas localidades, sobre todo al sur de España, ya están llegando al 50% de la población y dentro de unos años (no muchos), se presentarán a las elecciones (con todos los derechos) y tendremos alcaldes musulmanes. El PSOE en estos momentos está demasiado inmerso en sus numerosos debates y peleas internas para no ver, otro problema más (aumentando de manera alarmante por ellos) lo que nos viene encima. El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero saca de la manga su Alianza de Civilizaciones (que posiblemente esté muy bien) y problema resuelto. Pero yo hago una pregunta: para llevar a cabo esa Alianza ¿no es necesario, primero estar civilizado? Con ver las noticias en televisión, en cualquier cadena y en cualquier momento del día o de la noche, tristemente vemos que dista mucho de la realidad. El primer paso sería intentar entre todos llevar a esos países una situación estable, tranquila, que las desigualdades no fueran tan atroces. Sé que es muy difícil, pero creo que en la actualidad estamos todos en el camino equivocado. Nosotras en nuestra comodidad no queremos problemas y seguimos mirándonos tranquilamente el ombligo, mientras, ellos y su radicalización extremista están ganando terreno sin parar y todo el esfuerzo que las generaciones anteriores de bisabuelas, abuelas y madres realizaron para que nuestro futuro fuera mejor; más culto, más cómodo, más libre que las situaciones duras que muchas vivieron, dicho esfuerzo quedará cubierto por el velo, el shador, el burka,.... Viendo las fotografías o imágenes de la mayoría de los imanes de las mezquitas con sus atuendos, sus barbas, su mirada extraviada, sus ademanes, oyendo sus comentarios e incitando a la población con sus ataques furibundos contra todos y contra todo que sea representación de occidente, tenemos la sensación de que estamos en la Edad de Piedra. Cada vez somos menos las que gozamos de ciertos privilegios. O espabilamos o nos ganan la partida una vez más. Y, cuando saboreas la libertad, es muy difícil y muy duro volver a las cavernas. Con estos datos y muchos más que quedan en el tintero ¿de verdad creemos todas las mujeres del siglo XXI que tenemos más libertad que nuestras antepasadas?.

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