EL RINCÓN
Un secreto a voces
MÁS BIEN a alaridos. Los prisioneros de Guantánamo chillaban mucho cuando los torturaban y se oía fuera de Cuba, en el mundo entero, excepto en los países que decidieron hacerse los sordos. Ahora la Administración de George Bush tendrá que hacer públicas, íntegramente, las 5.000 páginas con los pormenores de las torturas que estimulaban las contestaciones de los 317 presos. Un tocho. Algo así como El libro Gordo de Petete de la crueldad. La agencia Associated Press le ha llevado el pulso al presidente americano, que no sólo juega muy mal al criquet, sino que está jugando un pésimo papel en la historia. Todos se remiten a ella. Tony Blair, acaba de afirmar que «Dios y la historia le juzgarán por la guerra de Irak». Todos los dictadores, incluidos los que son nombrados democráticamente, se ponen en manos del Señor y de la historia, que también es una gran señora. No aceptan más juicio que el Juicio Final. Sospechan que el Valle de Josafat va a registrar un lleno hasta la bandera y será un gran barullo, por muchos ángeles acomodadores que intenten poner un poco de orden. ¿Cómo hacerle justicia a todos los nacidos, uno por uno? Hay quien cree que eso no hay Dios que lo consiga, pero tanto Bush como Blair son creyentes, muy creyentes. Creen en todo menos en los seres humanos contemporáneos suyos. Una mujer, que se ha quedado huérfana de hijo en la guerra de Irak, le ha preguntado a Blair cómo puede llamarse cristiano. «Un buen cristiano no apoyaría esta guerra», le ha dicho. Es sólo el juicio de una madre. No el de Dios ni el de la historia.