Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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EL SENADO no es lo mismo con Fraga que sin Fraga o, dicho de otra manera, la metamorfosis del Senado en cámara territorial, previa leve reforma de la Constitución, no va a encontrar en Fraga el menor obstáculo, aunque su partido considere el asunto de remoto interés e intente aparcarlo indefinidamente para fastidiar un poquito más al presidente Zapatero, caracterizado por un indomable espíritu reformista. Al regresar a Madrid desde su Galicia natal, a la que ha gobernado interrumpidamente durante dieciséis años a caballo de mayorías absolutas, el PP le ha hecho un hueco en nuestra cámara alta, en la que anteayer juró su cargo senatorial con el aplauso unánime de los grupos. Fraga es un hilo conductor de la Historia que nos lleva desde el franquismo duro de los primeros años cincuenta -del siglo y milenio pasados- al reformismo constitucional de este momento. En sus primeras declaraciones como flamante senador, Fraga no sólo ha elogiado la reforma del Senado que propugna y piensa realizar Zapatero sino que se ha manifestado dispuesto a «contribuir» a ella. Como uno de los padres de la Constitución, Fraga se siente con autoridad para exponer su criterio sobre la conveniencia o no de una reforma concreta del texto constitucional. Quienes elaboraron el proyecto en los primeros meses de la legislatura constituyente 1977/79 ven con desagrado que la Constitución se haya convertido en arma arrojadiza de la lucha política, y en este sentido no es arriesgado vaticinar que Fraga, aunque sometiéndose y aceptando la disciplina de su partido, no va a doblegarse hasta el punto de rechazar la reforma del Senado que él mismo lleva años proponiendo. Fraga no va a considerar esa reforma un asunto aplazable «sine die» como cuestión menor. Le ha salido a Zapatero en el Senado un aliado de gran ascendiente en el PP. Zapatero se sometió en el Senado a una sesión de control al Gobierno, y respondiendo a una pregunta sobre la reforma de la cámara, expuso los pasos que habrán que darse en la marcha hacia la conversión en cámara territorial. El punto de partida es el informe del Consejo de Estado, en posesión ya del Gobierno. No da la sensación de que el presidente contemple esta reforma con urgencia, pero sí con la prisa suficiente para que el proceso se inicie al abrirse el próximo período parlamentario, a la vuelta del verano, cuando quede todavía un año y medio de legislatura. Y Fraga va a incorporarse a esa reforma desde su convencimiento de que al funcionamiento del Estado le falta una cámara de representación territorial, por lo que le sobraría un Senado que hoy es una simple cámara de revisión de leyes, pero sin fuerza para frenarlas o modificarlas.

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