Va para largo

LA META que se propuso la ONU está lejos. Se pretendía reducir la pobreza en un 50 por ciento cuando llegara el año 2015, pero ha habido un pequeño error de cálculo y, según el secretario general de la FAO, siglas que no corresponden a Famélicos Ansiosos Oscuros, para cumplir ese objetivo serán necesarios 146 años. Millones de seres humanos morirán de inanición y una pequeña minoría de indigestión. Ambos grupos han crecido. Quienes los han contado aseguran que los billonarios, con be de barbaridad, son 795, diez de ellos españoles. En cuanto a los pobres, no se sabe. Son incontables. Sólo en Andalucía, cuya «deuda histórica» la va a cobrar Cataluña, según el historiador Juan Antonio Lacomba, un 31% de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza. ¿Cómo puede haber casi dos millones y medio de pobres en la llamada tierra de María Santísima? Fíate de la Virgen y no corras en busca de un bocata. No es más desolador el presente que el enorme plazo que se precisa para corregir en parte la afrentosa situación. La esperanza engaña, pero puede constituir una dieta adecuada cuando no hay otra cosa. Por eso me parece especialmente oportuno el descubrimiento de la pastilla antiapetito. Las farmacias podrán venderla antes de un año. Como todo el mundo sabe, no hay filosofía más consoladora que la de los prospectos de los específicos y esta píldora promete anular las ganas de comer y reducir el peso y la grasa. Está ideada para los obesos, pero su clientela quizá no la formen sólo los que al mirarse al espejo tengan mucho gusto en conocer a su esqueleto. Otros utilizarán la pastilla como calmante.